por Patricia Uribe
El Sida es un problema de salud pública que fue reportado por primera vez en 1981 por los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), y se acompañó de una epidemia de miedo e intolerancia hacia los grupos inicialmente más afectados.
En estas tres décadas se ha generado un amplio conocimiento científico sobre esta infección causada por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), y de las estrategias para su prevención y control; pero, sobre todo, ha hecho evidente la necesidad de incorporar el enfoque de derechos humanos y la no discriminación como parte medular de la respuesta, ya que la intolerancia, la exclusión y la violación de derechos humanos han sido las principales barrera para lograr un mayor impacto en el mundo y en México.
El Sida es una infección que principalmente se transmite por vía sexual, y la sexualidad siempre ha sido un tema polémico alrededor del cual se han generado en todas las sociedades secretos, ignorancia, mitos, tabúes, estigma, rechazo, intolerancia y normas para su control. La mayoría de sociedades abordan de manera inequitativa diferentes expresiones de la sexualidad en que se desenvuelve la epidemia del VIH. Por un lado, limitan en las mujeres el derecho a la información, la autonomía, integridad y seguridad sexual, y la posibilidad de tomar decisiones sobre su vida sexual, y por otro, en los hombres se promueve el riesgo, su ejercicio como parte de la hombría, y se niegan expresiones distintas a la heterosexualidad y a las socialmente aceptadas. Por esta doble moral y una deficiente educación integral en la sexualidad se ha favorecido que continúen presentándose nuevos casos de VIH y otras infecciones de transmisión sexual en mujeres y hombres.
El estigma, la discriminación y el rechazo hacia cualquier persona cuyo comportamiento no responda a las normas y los roles socialmente establecidos se ha documentado desde el principio de la humanidad, y se ha expresado de una manera inaceptable, generando el machismo, la misoginia, la homofobia, transfobia, bifobia o lesbofobia, lo que nos ha llevado al ocultamiento, intolerancia, violencia, discriminación, la violación de derechos humanos fundamentales y los daños a la salud que incluso han llegado a la muerte por suicidio o crímenes de odio.
La infección causada por el VIH en la actualidad se ha transformado en una enfermedad crónica inflamatoria, tratable con medicamentos llamados antirretrovirales y se ha planteado que si realizamos las acciones recomendadas, podemos detener su transmisión y lograr una generación libre de sida para el 2030.
Las recomendaciones han surgido de la evidencia científica, las experiencias exitosas; consensos de expertos de diferentes disciplinas; representantes de la sociedad civil; gobiernos; agencias internacionales; personas con VIH y de las poblaciones clave más afectadas, las cuales siempre han sido parte de la solución y han incidido en las políticas públicas y en el curso de esta epidemia.
Programa internacional y regional (I)
El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) reportó que desde el comienzo de la epidemia 78 millones de personas han contraído la infección por VIH y 39 millones de personas han fallecido por esta causa en el mundo; y para 2013, 35 millones de personas vivían con VIH.
A nivel mundial, desde 2001 los casos de nuevas infecciones por el VIH han descendido en un 38%, y en los niños en un 58%. Asimismo, gracias al acceso a tratamientos altamente efectivos, a partir de 2005 los casos de muerte relacionados con Sida disminuyeron en un 35%.
La coinfección VIH/Tuberculosis (TB) continúa siendo un reto y es la principal causa de muerte de las personas con VIH a nivel mundial. Sin embargo, la cifra de muertes relacionadas con la tuberculosis en personas con VIH ha descendido en un 36% desde 2004.
En América Latina, en 2013, el ONUSIDA reportó 1,6 millones de personas que vivían con el VIH. El 75% de los casos se encuentran en Brasil, Colombia, México y Venezuela. La cobertura del tratamiento en la región llega al 45% de las personas con VIH y las muertes se redujeron en un 31% entre 2005 y 2013.
En esta región, se producen cada hora aproximadamente 10 nuevas infecciones por VIH, y las poblaciones más afectadas por el VIH incluyen a las mujeres transexuales; los hombres gay; los hombres que tienen sexo con hombres; las y los trabajadoras y trabajadores sexuales; y las personas que se inyectan drogas. Al menos un tercio de las nuevas infecciones ocurren entre los jóvenes de 15 a 24 años y 35,000 menores de 15 años viven con VIH en la región.
Panorama nacional
En 1983 se reportó el primer caso de Sida en México. Desde esa fecha, y hasta el 30 de septiembre de 2014, existe un registro acumulado de 223,995 personas que se han infectado por el VIH o desarrollado el Sida; de las cuales, 116,936 se encuentran vivas y 94,812 ya fallecieron (II).
La epidemia del Sida en México se encuentra estable y concentrada en poblaciones clave como son hombres que tienen sexo con hombres, personas trans, trabajadores sexuales y personas usuarias de drogas inyectables. La prevalencia de VIH en la población general es una de las más bajas de la región, incrementándose paulatinamente el uso de condón en jóvenes y poblaciones clave.
Del total de personas que se estima viven con el VIH, se ha calculado que el 50% no lo sabe (VI), porque no se ha realizado una prueba de detección.
En el año 2003 se logró que las personas sin seguridad social tuvieran acceso universal y gratuito a la terapia antirretroviral contra el VIH-Sida, y a finales de 2013, 89,410 personas estaban recibiendo antirretrovirales en todas las instituciones de salud públicas y privadas (VII), con un costo promedio anual de $44,997 pesos por tratamiento (VIII). No obstante, 4,974 personas fallecieron en 2012 a causa del sida y cerca del 13% de esas defunciones estaban asociadas a la tuberculosis.
Los avances han sido el resultado del esfuerzo y acciones coordinadas de diversos actores involucrados. Sin embargo, persisten retos y desafíos que requieren del compromiso renovado.
Paulatinamente la epidemia amplía su radio de acción sobre las mujeres, presentando un perfil de mayor pobreza, inequidad, baja percepción de riesgo y menor escolaridad, comparada con los hombres afectados. Por ello, en los próximos años se tendrán que incrementar y asignar recursos para fortalecer la prevención sexual en las poblaciones más afectadas y en los grupos en situación de mayor desigualdad como son mujeres, migrantes o adolescentes.
Asimismo, se requiere que las nuevas generaciones adopten medidas preventivas de manera permanente, para lo cual es necesario ampliar la educación sexual integral, con la participación de maestros, padres, madres y personal de salud.
Aunque se ha observado una reducción sostenida de casos por transmisión vertical de VIH en nuestro país, en 2013 se diagnosticaron 118 casos y estamos comprometidos a su eliminación en México para alcanzar un país sin más niñas y niños con VIH, y por ello debemos ampliar la cobertura de detección del VIH durante el embarazo.
Tenemos que cerrar la brecha para que todas las personas con VIH que no saben que están infectadas se hagan la prueba y logremos que el diagnóstico sea más oportuno, ya que se realiza de manera tardía en el 50% de los casos, con un impacto negativo en su calidad de vida y sobrevida. Por otro lado, se requiere una atención integral que incluya el manejo de otras enfermedades o infecciones coexistentes en las personas con VIH, y lograr una mayor integralidad con acceso a otros servicios de salud sexual y reproductiva, manejo de los efectos adversos de los tratamientos, otras infecciones de transmisión sexual, salud mental, adicciones y violencia, entre otros.
La tasa de mortalidad a causa del Sida ha disminuido heterogéneamente en nuestro país. La tendencia de la mortalidad varía por condición de derechohabiencia, sexo, edad y entre las entidades federativas (IX). Por ello es necesario intensificar las acciones de detección oportuna, vincular a las personas detectadas con VIH a los servicios de atención, así como mejorar la retención y adherencia terapéutica.
Por último, es necesario señalar que continúa la urgente e imperiosa necesidad de eliminar las prácticas discriminatorias que prevalecen en la sociedad, particularmente hacia las personas con VIH y las minorías sexuales. Estas prácticas se constituyen en una barrera para la prevención y la atención y para la convivencia cotidiana.
La no discriminación y el respeto a los derechos humanos son una prioridad y un enfoque indispensable en la respuesta a esta epidemia en cualquier país o región.
Para ello, se requiere de la participación activa de las comunidades y personas afectadas en el diseño, implementación y evaluación de las políticas públicas y los programas, y del abordaje de los determinantes sociales de la salud, en aras de facilitar los cambios necesarios para vivir y convivir en una sociedad diversa, incluyente, equitativa y, por tanto, saludable.
Bibliografía:
I. ONUSIDA. Hoja informativa 2 0 1 4 Datos Estadísticos Mundiales.
II. SS/CENSIDA. (2014). Dirección de Investigación Operativa, con base en el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de VIH/SIDA (SS/DGE/SUIVE). Cifras preliminares a 30 de septiembre del 2104.
III. Idem.
IV. SS/CENSIDA. (2014) Dirección de Investigación Operativa, utilizando el modelo Spectrum, versión 5.05.
V. SS/CENSIDA. (2014) Dirección de Investigación Operativa, utilizando el modelo Spectrum, versión 5.05.
VI. SS/Censida. (2014) Informe Nacional de Avances en la Respuesta al VIH y el Sida. México.
VII. SS/CENSIDA. (2014). Programa en respuesta al VIH, el Sida e ITS, 2013-2018 México: Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/SIDA.Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud.
VIII. SS/CENSIDA. (2013). Boletín No. 23 SALVAR: Datos al 31 de diciembre de 2013. México: Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/SIDA.
IX. Lozano Ascencio, R, Bautista Arredondo, S, Cahuana Hurtado, L, Hernández Ávila, J.E, Silverman, O, Conteras Loya, D. (2013). Informe final. Estudiar las causas y determinantes dentro y fuera del sistema de salud que provocan variabilidad en los patrones de mortalidad por SIDA en las entidades federativas.
Patricia Uribe Directora General de Censida Jessica Salas Directora de Investigación operativa y Secretaria Técnica del Comité de Monitoreo y Evaluación, Censida |
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