En su comparativo anual, el ITLP se redujo 4%, lo cual significó una disminución de 2.5% en las personas cuyos ingresos laborales no son suficientes para al cubrir el costo de la canasta alimentaria. A nivel nacional, el porcentaje de la población que se encuentra bajo esta condición ascendió a 38.5 por ciento
Cuando trabajar no es suficiente
Uno de los elementos medulares para la medición multidimensional de la pobreza es el ingreso, ya que su capacidad para adquirir los bienes y servicios que conforman la canasta alimentaria determina qué proporción de la población se encuentra por debajo de las líneas de bienestar y de bienestar mínimo, es decir, determina la pobreza por ingresos.
Si bien las características que se presentan en el mercado de trabajo determinan el nivel de ingresos de la población ocupada, un factor adicional que impacta en el poder adquisitivo del mismo son los efectos inflacionarios.
Es un hecho que la cantidad de bienes y servicios que se pueden comprar con los ingresos laborales constituye apenas una parte de la medición de la pobreza, sin embargo, la magnitud de los ingresos, junto con el número de carencias en materia de derechos sociales, determinan la vulnerabilidad o el grado de pobreza en el que se encuentra la población.
Una manera de conocer el poder adquisitivo de los ingresos laborales es con el nivel de ingresos promedio de la población tomando en cuenta el impacto inflacionario, es decir, el ingreso laboral per cápita en términos reales.
Este impacto inflacionario, o el término “ingresos reales” se calcula utilizando el Índice Nacional de precios al Consumidor (INPC) mediante un año base. Para el caso del poder adquisitivo real de los ingresos laborales, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) utilizó 2010 como año base.
El INPC recoge la variación de los precios de una serie de productos que conforman el patrón de consumo de las familias mexicanas (incluye los productos de la canasta alimentara y algunos bienes y servicios como el calzado, vivienda, salud, etcétera). Estos productos pueden cambiar con el tiempo.
Esto significa que, si al segundo trimestre de 2018 el ingreso per cápita de los mexicanos ascendió a 2,389 pesos, en términos reales, en 2010 con esa cantidad monetaria se podía adquirir lo equivalente a 1,759 pesos.
Durante los dos últimos trimestres, este indicador mantuvo un incremento, ya que, al cierre del segundo trimestre de este año, el poder adquisitivo del ingreso laboral aumentó 3.1% comparado con el mismo periodo del año anterior.
El poder adquisitivo de los ingresos laborales presentó una tendencia a la baja entre el tercer trimestre de 2016 y el cierre de 2017, periodo en el que los ingresos reales por el trabajo pasaron de 1,729 a 1,669 pesos respectivamente.
En un comparativo histórico, el poder adquisitivo de los ingresos laborales mantuvo un decrecimiento constante desde 2008 hasta 2014. Entre esos años, las remuneraciones por el trabajo de los mexicanos pasaron de 1,907 a 1,575 pesos al cierre de este último año: 332 pesos menos comparado con lo registrado al cierre de 2008, lo cual equivale a una contracción de 21 por ciento.
Cabe mencionar que, el máximo poder adquisitivo de las remuneraciones laborales fue de 1,941 pesos y se alcanzó en el segundo trimestre de 2007 que, comparado con el registrado al cierre del segundo trimestre de 2018, es inferior por 182 pesos.
Inflación grande, ingresos pequeños
La pérdida del poder adquisitivo de los ingresos laborales se agudiza al tomar en cuenta únicamente el incremento de precios de los productos que conforman la canasta alimentaria. Este conjunto de productos para la alimentación determina una condición de pobreza extrema para quienes no puedan adquirirlos.
Hasta el segundo trimestre de 2009, el poder de compra de los ingresos laborales para adquirir la canasta alimentaria fue superior al que se registró para los productos del INPC.
Derivado de que los precios que conforman la canasta alimentaria incrementaron más que los del INPC, a partir de 2012 la tendencia del poder adquisitivo del ingreso laboral para adquirir estos productos, en términos reales, se contrajo más comparado con los precios de INPC de precios.
La diferencia ente el poder adquisitivo de los ingresos para adquirir los bienes del INPC y los de la casta alimentaria mantuvo un incremento constante durante los últimos seis años.
En el segundo trimestre de 2017 esta diferencia alcanzó los 195 pesos, lo cual representa una condición de vulnerabilidad para quienes perciben un ingreso laboral cercano al costo de la canasta alimentaria.
Durante el segundo trimestre de este 2018, el poder adquisitivo de los ingresos laborales para adquirir la canasta alimentaria fue inferior por un monto de 153 pesos, comparado con el poder adquisitivo para comprar los productos del INPC.
Poder adquisitivo de los ingresos laborales para adquirir productos del INPC y de la canasta alimentaria
Ni para comer…
Con esta información, el Coneval elabora el Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP), a partir del cual se calcula la proporción de de personas que no pueden adquirir la canasta alimentaria con los ingresos de su trabajo.
Si incrementa la proporción de la población con un ingreso laboral insuficiente para adquirir la canasta alimentaria, el ITLP aumenta.
De acuerdo con ello, en su comparativo anual, el ITLP se redujo 4%, lo cual significó una disminución de 2.5% en las personas cuyos ingresos laborales no son suficientes para al cubrir el costo de la canasta alimentaria.
A nivel nacional, el porcentaje de la población que se encuentra bajo esta condición ascendió a 38.5 por ciento.
Si bien la cifra que corresponde al cierre del segundo trimestre de este año es la más baja que se registró durante los últimos siete años, solo es menor por apenas 4.4 puntos porcentuales de la cifra más alta observada durante los últimos 13 años y medio, de 37.8%, la cual se registró al cierre de 2014.
En las comunidades rurales, los ingresos laborales de 51.9% de la población son insuficientes para adquirir la canasta alimentaria, misma que durante el segundo trimestre de 2018 ascendió a 1,053 pesos mensuales por persona.
Comparado con el mismo periodo de 2017, esta cifra disminuyó 1.5 puntos porcentuales.
Por otro lado, el poder adquisitivo de 34% de la población que habita en las zonas urbanas no es suficiente para adquirir la canasta alimentaria. Derivado de los efectos de la crisis financiera de 2008, la proporción de población que se encuentra bajo esta situación mantuvo un incremento constante hasta alcanzar su máximo histórico al cierre de 2014 con 37.8 por ciento.
A partir del primer trimestre de 2015, se observó que una tendencia decreciente que se vio afectada en el último trimestre de 2017 debido a la inflación, principalmente motivada por la liberación de los precios de las gasolinas.
A nivel estatal se observa una fuerte desigualdad en cuanto al poder adquisitivo, así como de los ingresos per cápita.
Al segundo trimestre de 2018, en Chiapas se registró el ingreso per cápita más bajo de todo el país con apenas 904 pesos, le sigue el estado de Oaxaca con 978 pesos, Guerrero con 994 pesos, Morelos con 1,228 pesos y Veracruz con 1,272 pesos.
Destaca que, la evolución del ingreso per cápita en Oaxaca, Chiapas y Guerrero, cada vez se aleja más del registro nacional.
La recuperación que presentó el poder adquisitivo para los productos del INPC en su agregado nacional a partir de 2015, no ha logrado alcanzar a los estados del sur, que a su vez, son los más pobres del país y los que registraron el ingreso per cápita más bajo.
Mientras que a nivel nacional el poder adquisitivo para adquirir este segmento de productos básicos incrementó 146 pesos al pasar de 1,613 en el primer trimestre de 2015 a 1,759 pesos en el segundo trimestre de 2018, lo que equivale a un incremento de 9%, en ese mismo periodo en Chiapas se contrajo 2% al pasar de 922 a 904 pesos y en Guerrero sólo incrementó 1% con un crecimiento de 14 pesos, ya que pasó de registrar 980 pesos en los primeros meses de 2015 a 994 pesos en junio de 2018.
Si bien en Oaxaca el ingreso laboral per cápita para adquirir los productos del INPC incrementó 5% durante este periodo, sólo equivale a 44 pesos más y destaca que, a nivel nacional, es el décimo incremento menos significativo.
En general, entre los primeros tres meses de 2015 y julio de 2018, en seis entidades federativas se registró que el ingreso per cápita respecto de los productos del INPC se contrajo o presentó un incremento nulo.
El más afectado fue Tabasco con -12%, seguido de Hidalgo con -6%; Morelos con -5% Campeche con -4%; Chiapas, como ya se mencionó y Sinaloa con una variación de 0%.
En cuanto al comparativo entre las entidades federativas del poder adquisitivo frente a los efectos inflacionarios de los productos que conforman la canasta alimentaria, el ingreso per cápita de 826 pesos que registró Chiapas al segundo trimestre de este año tiene una desventaja de 826 pesos comparado con el indicador nacional que, para julio de 2018 ascendió a 1,606 pesos.
En Oaxaca, donde esta cifra incrementó sólo 16 pesos durante el mismo periodo (el equivalente a 2%), el ingreso per cápita en términos reales pasó de 878 a 893 pesos, mientras que, en Guerrero disminuyó 1 por ciento.
Derivado de ello, en los estados más pobres del país, incrementó el porcentaje de población cuyos ingresos laborales son insuficientes para adquirir la canasta alimentaria.
En Veracruz, Chiapas y Oaxaca entre el primer trimestre de 2015 y el segundo trimestre de 2018, la población con ingresos menores al costo de la canasta alimentaria incrementó entre 0.1 y 0.4 por ciento.
En general, nueve entidades federativas no formaron parte de la recuperación de los ingresos laborales per cápita que se observó en el indicador nacional y, por consiguiente, tampoco formaron parte de la disminución que en el agregado nacional se registró en cuanto al número de personas cuyos ingresos son insuficientes para adquirir la canasta alimentaria.
Tabasco encabeza esta lista, ya que, comparado con el primer trimestre de 2018, la pobreza laboral incrementó 7.6%, seguido de Morelos con 4.4%; Campeche con 2.9%, Hidalgo con 2.8% y en Sinaloa con 1.2 por ciento.
Asimismo, en Guerrero, el Estado de México y Sonora, la reducción del porcentaje de población que se encuentra bajo esta situación resultó inferior al uno por ciento.
La otra cara de la moneda
Por otro lado, por arriba del agregado nacional que representa el poder adquisitivo del ingreso per cápita en términos reales para adquirir los productos de la canasta alimentaria se encuentran 13 entidades federativas.
Baja California Sur, con un ingreso per cápita de 2,772 pesos, es el estado con el registro más alto a nivel nacional, seguido de la ciudad de México con 2,271 pesos; Baja california con 2,268; Nuevo León, con 2,228 y Quintana Roo con 2,205 pesos.
En estas entidades, la magnitud de los incrementos es congruente con el comportamiento que durante el tiempo presentaron los ingresos per cápita a nivel nacional. Incluso, en este conjunto de estados, la tendencia alcista que se observó durante los últimos tres trimestres, es mayor al indicador nacional.
Los incrementos en estas entidades durante el periodo de recuperación del poder adquisitivo oscilaron entre los 133 y los 257 pesos. Adicionalmente, en estos estados se registraron los niveles más bajos de pobreza de todo el país.
En cuanto al poder adquisitivo para adquirir los productos del INPC, Baja California Sur ocupa el primer lugar cuyo ingreso per cápita ascendió a 3,036 pesos y comparado con el primer trimestre de 2015, presentó un incremento de 275 pesos, el equivalente a 10 por ciento.
En este indicador, la Ciudad de México, Baja California y Nuevo León ocupan del segundo al quinto lugar, en ese orden, con un ingreso per cápita promedio de 2,469 pesos.
Cabe destacar que, entre el estado con el ingreso per cápita más bajo (Chiapas) y el que obtuvo el mejor resultado al cierre del segundo trimestre de 2018, existe una brecha salarial de 1,946 pesos en términos reales para la adquisición de la canasta alimentaria, mientras que para los productos del INPC, Baja California superó por 1,565 pesos al que se registró en Chiapas.
Prevalece el hambre
A pesar de que en algunas entidades se observaron resultados favorables en cuanto al incremento de los ingresos y de la disminución del porcentaje de población con ingresos insuficientes para adquirir la canasta alimentaria, aún existen referentes de carencias para una parte de la población.
En la Encuesta Intercensal de 2015, se documentó que a nivel nacional 19.3 millones de hogares contaban con población menor de 18 años.
De ese total, en 3.7 millones de hogares (19.3% del total) donde se registró alguna limitación de acceso a la alimentación por falta de dinero, algún menor tuvo poca variedad en su alimentación.
Asimismo, se registró que en 2.7 millones de hogares, algún menor de 18 años comió menos de lo que tenía qué comer. En Guerrero, Tabasco y Oaxaca se registraron las cifras más altas con más de 23% de hogares en los que registró esta situación
En un contexto más grave en 77 mil hogares de todo el país, algún menor de edad sintió hambre pero no comió, esa cifra equivale al 5% del total de hogares, sin embargo, en Tabasco esa cifra ascendió a 17%, en Guerrero a 13 y en Oaxaca y Michoacán a 12 por ciento.
De igual forma, se registró que en 19% de los hogares de todo el país, es decir, en 778,970 hogares, algún adulto comió menos de lo que debería de comer; en 10% (75,614 hogares) algún adulto comió sólo una vez al día o dejó de comer todo un día y, en un 11% (202 mil hogares) algún adulto sintió hambre, pero no comió.
Destaca que, en esta serie de indicadores los estados de Guerrero, Tabasco, Oaxaca y Michoacán ocupan los primero cuatro lugares.
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