Larga ha sido la lucha de las mujeres por alcanzar sus derechos en este país y, a pesar de que nuestra Constitución Política y diversas leyes así lo determinan, la realidad está muy lejos de que hoy exista una igualdad sustantiva entre hombres y mujeres. De eso debe hablarse en el 8M.
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Para que podamos darnos una idea del desfase que dicha igualdad ha significad, veamos los alcances que ha tenido el desarrollo de la mujer, respecto a sus derechos políticos y electorales.
Derechos: tardío reconocimiento
Apenas en 1953 se reconoció el voto de las mujeres en México, uego de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hiciera un llamado a los países miembros, en reconocer los derechos políticos de las mujeres y ser considerada como ciudadanas. México fue el último país de Latinoamérica en integrar dicho derecho; y fue hasta 1979 se contó con la primera gobernadora en el Estado de Colima, Griselda Álvarez.
Sin embargo, ganado este derecho, el Legislativo optó por colocar un esquema discriminatorio con base en cuotas electorales, que pervirtieron el derecho de las mujeres por alcanzar posiciones igualitarias a los hombres. Por ejemplo, en 1996 se fijó un límite del 70% de legisladores de un mismo género.
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Sobre la paridad de género
En 2008, cambia el término de “equidad ente hombres y mujeres” por el de “paridad de género” en el aspecto político, se convirtió en una incipipiente intención de alcanzar una igualdad paritaria. Sin embargo, la disposición legal determinó un “procurando” llegar a la paridad, que significó un intento que nunca se logró.
Más adelante, para no detenerlos en las candidaturas por el principio de representación proporcional denominadas “listas cremallera” conformadas por segmentos de tres candidaturas en donde en cada segmento había una candidatura de diferente género, se estableció un periodo de cuotas de candidaturas donde la mujer siempre estuvo rezagada entre un 30 y luego en un 40% en las candidaturas que, además, se daban con discreción de lo que determinaran los partidos sin un estudio de competitividad de géneros que pudiera colocar una igualdad en la competencia electoral.
Es hasta 2014 que, a través de una reforma constitucional se determina la obligación constitucional de garantizar la paridad de género, primero en las legislaturas federales y locales y, posteriormente, se fue ampliando a otros cargos de elección popular.
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La igualdad toma su cauce
Con estos antecedentes, llegamos a la elección de 2021 en dónde, además de la paridad y a raíz de diversas sentencias establecidas por el Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación, así como de Instituto Federal Electoral, la igualdad empieza a tomar un cause verdadero.
Consecuentemente, esperamos que en esta elección los partidos, además de cumplir con su obligación de cumplir con la paridad de género, externen un auténtico impulso a los derechos políticos electorales de las mujeres.
En 2021 se compite no por un triunfo de tal o cual partido o coalición, sino el triunfo de las mujeres porque sus derechos políticos electores estén plenos y vigentes.
El 8M en el 2021 debe ser un referente de No Murallas sino de los alcances de un movimiento feminista digno, libre, auténtico y lleno de un impulso que busca una igualdad sustantiva entre hombres y mujeres, nada más ni nada menos.
Las mujeres en un año electoral
2021 debe ser un año en que la mujer se posicione; debe ser una elección en donde se logre no solo una paridad de género, sino que la mujer logre un auténtico lugar en su lucha, en lograr sus objetivos, sus sueños y que los mismos se materialicen en posiciones que permitan a México contar con un sector de mujeres que velará por nuestros intereses, por nuestro futuro y por nuestro bienestar.
La mujer debe ser tomada en cuenta hoy, mañana y siempre si queremos una mejor sociedad en donde tengamos una autentica igualdad sustantiva; no murallas, ni bardas, sino puentes al desarrollo, a la igualdad y a la construcción.
Debe decirse en el 8M: la mujer es hoy y será un baluarte de nuestra sociedad.
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Frase clave: El 8M