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Sobre la maternidad precoz

por Carlos Javier Echarri Cánovas

En el marco de la dinámica demográfica reciente en nuestro país, los adolescentes y sus comportamientos sexuales se han vuelto un tema de creciente interés. A pesar de los problemas de subregistro y registro tardío, Estadísticas vitales muestran que poco más de 17% de los nacimientos ocurridos entre 1985 y 2012 corresponden a una madre adolescente (de menos de 20 años)


Uno de los efectos de la transición demográfica es que las cohortes jóvenes son muy numerosas: la población entre 10 y 19 años representa una quinta parte de la población total, alcanzará una sexta parte en 2024 y solo hasta 2043 representará la séptima parte.

La política de población puesta en marcha por el gobierno mexicano hace cuarenta años, basada en la difusión de la planificación familiar y la distribución gratuita de anticonceptivos en todas las unidades del Sector Salud, incluso para la población no cubierta por las distintas instituciones de seguridad social, llevó a una fuerte reducción de la descendencia final de las mujeres mexicanas (Zavala de Cosío, 2001; Mier y Terán y Partida, 2001).

Sin embargo, no ha sido muy eficaz en lo que se refiere al incremento de los intervalos entre nacimientos y sobre todo a la posposición del inicio de la reproducción. En los últimos 40 años, las tasas de fecundidad de las mujeres jóvenes -de menos de 30 años- han mostrado una ligera alza, pero solo en términos relativos y no en absolutos, lo que nos lleva a una primera y muy importante distinción: a diferencia de lo observado en Chile (Guzmán et al., 2001) y anteriormente en Estados Unidos y en la Gran Bretaña (Selman, 2002), en México lo que hemos observado es un aumento relativo – no en términos absolutos – de las tasas específicas de fecundidad de las menores de 20 años; lo que ha ocurrido es que su ritmo de descenso ha sido menor al de las de otros grupos de edad. Al comparar con otros grupos de edad, parecería que la tendencia a la baja se ha estancado entre las más jóvenes: de hecho, si consideramos el periodo 1990-2014, sólo ha bajado 14.4%, mientras que en el grupo siguiente la reducción ha sido de 31.1%, entre los 25 y 34 años de un tercio, de poco más de la mitad en el 35-39 de dos terceras partes en el 40- 44 y para las mujeres de mayor edad, de cuatro quintas partes.

Otra distinción muy importante es entre los términos “fecundidad adolescente” (aquella que ocurre antes de los veinte años de edad) y el de “madre soltera”. Se trata de conceptos distintos: uno se refiere a la edad en la que las mujeres se convierten en madres y el segundo a su estado civil en el momento en que esto ocurre.

De hecho, también hay que diferenciar entre el estado civil –que sólo admite dos categorías: soltera y casada– y la situación conyugal, que hace referencia además a la corresidencia con la pareja o a la existencia de relaciones previas. Desde 2004, los nacimientos registrados provenientes de madres casadas dejaron de ser la mayoría en México y en 2012 solo representaban el 40.5% del total. Los hijos de madres solteras, entendiendo por ello a las mujeres no casadas, han pasado de casi 30% en 1985 a 56.1% en 2011.

Si nos atenemos a una definición estricta de estado civil, la proporción de hijos de madres solteras es mucho menor y no ha variado mucho, de poco más de 7% a mediados de los ochenta a alrededor de uno de cada diez en los últimos años, con un máximo de 12.8% en 2009. Si consideramos exclusivamente los nacimientos de mujeres menores de 20 años, encontramos que la proporción de madres casadas pasa de seis de cada diez en 1985 a una de cada cinco en 2012; hay un incremento de las madres solteras adolescentes –tomando en cuenta la situación conyugal– de 40% en 1985 a 75.2% en 2012, pero el aumento solo pasa de 11.4% a 15.1% entre los mismos años, con un máximo de 18.5% en 2009 si nos atenemos a la definición restringida al estado civil.

Un aspecto que resulta imprescindible considerar en México es el de la maternidad a edades muy tempranas: en los últimos 28 años, de acuerdo con las Estadísticas vitales, en nuestro país ha habido 224,470 nacimientos en los que las madres tenían menos de 15 años (I). Cabe resaltar que estamos ante casos de pederastia, pues es la única forma de llamar estos actos.

Recordemos que el artículo 266 del Código Penal Federal establece: “Se equipara a la violación y se sancionará de ocho a treinta años de prisión: I. Al que sin violencia realice cópula con persona menor de quince años de edad”; además, el artículo 262 del mismo ordenamiento dice: “Al que tenga cópula con persona mayor de quince años y menor de dieciocho, obteniendo su consentimiento por medio de engaño, se le aplicará de tres meses a cuatro años de prisión”.

¿Quiénes son los progenitores en estos casos?

No es lo mismo que el padre tenga 15 a que 45 años de edad. Resulta que en el caso de las mujeres que dieron a luz antes de los 15 años entre 1985 y 2012, sólo 2.5% de los padres tenían también menos de 15 años (la proporción baja de 6.5% al inicio del periodo a 1% al final) y uno de cada cinco era menor de edad; la diferencia de edades es de 7.5 años en promedio, con lo que la edad media era de 20 años. Si tomamos a las madres menores de edad, tan sólo 10.8% de los progenitores también tenían menos de 18 años, aunque la proporción se reduce a uno de cada ocho al final del periodo. No estamos ante parejas de chicos a quienes “la hormona venció a la neurona”, sino ante adultos que tienen relaciones sexuales con niñas que no tienen la edad legal de otorgar su consentimiento.

Tres mitos sobre la maternidad adolescente

Por lo que toca a las condiciones socioeconómicas y de salud que rodean a la maternidad adolescente, habría que cuestionar varios mitos; primero el del embarazo precoz como causa del abandono escolar: la mayor parte de las adolescentes que tuvieron hijos ya habían dejado de ir a la escuela, según los datos de la Encuesta Nacional de la Juventud, sólo 15.2% de las jóvenes que tuvieron su primer embarazo antes de los 20 años dejaron la escuela por la maternidad, si bien esta cifra aumenta a 17.7 cuando el embarazo ocurrió antes de la mayoría de edad y alcanza 30.7% en el caso de los embarazos antes de los 15 años de edad.

En segundo lugar, que se trata de embarazos no deseados; sin descartar que una parte de estos embarazos, especialmente los de las más jóvenes, hayan podido ser el resultado de relaciones sexuales forzadas.

Por otra parte, un tercer mito que habría que derrumbar urgentemente es el de la buena atención que se brinda a esos embarazos y partos. La base de datos del Certificado de nacimiento (II) nos permite evaluar algunos elementos (III) del cumplimiento de la Norma Oficial Mexicana NOM-007-SSA2-1993, “Atención de la mujer durante el embarazo, parto y puerperio y del recién nacido. Criterios y procedimientos para la prestación del servicio”.

En conjunto, el 82% de los nacimientos entre 2009 y 2012 cumplieron con estas indicaciones de la NOM007, pero al ajustar un modelo multivariado, controlando por la Situación conyugal; la Derechohabiencia y la Escolaridad de la madre; el Sexo del recién nacido; la Persona que atendió el parto; el Orden de nacimiento; si era Producto de un embarazo único o múltiple; y el Lugar de nacimiento del recién nacido; los Grupos de edad de la madre permanecieron como un factor estadísticamente significativo, el cual explica 9.1% de la varianza de dicho cumplimiento y, de manera muy importante, el que la madre tenga menos de 15 años de edad está asociado a una reducción de 2.7 puntos porcentuales en el cumplimiento de la NOM, de 2.2 puntos cuando tiene de 15 a 17 y de 1.7 cuando está entre los 18 y los 19 años.

Lo anterior pone en evidencia que en vez de otorgarle un mejor cuidado a los embarazos adolescentes y sus productos, las madres jóvenes sufren de una discriminación en el acceso a los cuidados a la salud, tanto de ella como de sus hijos por parte del sistema de salud, el cual incluye proveedores tanto públicos como privados.

Resulta entonces imprescindible la acción del Estado frente a este fenómeno: además de fortalecer la campaña del Consejo Nacional de Población “La responsabilidad es tuya. Infórmate, es tu derecho. Protégete” (IV), se deben cumplir los compromisos acordados en la Declaración Ministerial Prevenir con Educación, específicamente en lo que se refiere a las metas 4.1: “Para el año 2015, se habrá reducido en 75% la brecha en el número de escuelas que actualmente no han institucionalizado la educación integral en sexualidad, para los centros educativos bajo la jurisdicción de los Ministerios de Educación”, y 4.2: “Para el año 2015, se reducirá en 50% la brecha en adolescentes y jóvenes que actualmente carecen de cobertura de servicios de salud para atender apropiadamente sus necesidades de salud sexual y reproductiva”.

“Puede mejorar”

Según una evaluación de su implementación elaborada por organismos de la sociedad civil (V), el avance en lo que corresponde a la Secretaría de Educación Pública es de sólo 42% y el del ámbito de competencia de la Secretaría de Salud en 82%. Califican la inclusión de criterios de la Educación Integral en Sexualidad (EIS) en currículo y materiales didácticos respecto a Género y Relaciones interpersonales de “Deficiente” y respecto a la Información sobre salud sexual y reproductiva y VIH, Derechos, sexualidad y ciudadanía, Prevención de violencia y Diversidad como “Puede mejorar”.

Resaltan que no hay evaluación de programas educativos para determinar grado de implementación de EIS y que la implementación de programas de capacitación en EIS para todos los niveles educativos a nivel nacional o local ha sido parcial. Por otra parte, consideran que hay una “Amplia” provisión de servicios de salud sexual y reproductiva integrales destinados exclusivamente a jóvenes, en lo que se refiere a Consejería sobre VIH y pruebas de detección; tratamiento integral para ITS; educación y provisión gratuita de condón masculino y femenino; orientación sobre decisiones reproductivas y métodos anticonceptivos. Por lo que toca a la inclusión de sectores clave en el diseño de servicios en salud sexual y reproductiva para jóvenes y adolescentes, existe para expertas y expertos y jóvenes, pero no para la comunidad y familias. Finalmente, se debe trabajar con mayor ahínco en la implementación de acciones para ampliar servicios en salud sexual y reproductiva para jóvenes y adolescentes.•

Notas y referencias:

I. Según los datos del Certificado de nacimiento, entre 2009 y 2012 se registraron 62,206 nacimientos en los que la madre misma era una niña. Se trata de una cifra 53% superior a la reportada por las Estadísticas Vitales en el mismo periodo.

II. Disponibles en: http://www.sinais.salud.gob.mx/basesdedatos/std_nacimientos.html

III. El otorgamiento de al menos cinco consultas prenatales, que inicien en el primer trimestre de la gestación, el empleo de vitamina K 1 mg. intramuscular, la vacunación BCG el examen físico y de antropometría (peso, longitud y perímetro cefálico) y la valoración de Apgar en el recién nacido.

IV.http://www.conapo.gob.mx/es/CONAPO/Campana_CONAPO_2013

V. http://prevenirconeducacion.org/DeclaracionMinisterial/Eval%20DM%202012%20Digital%20%281%29.pdf

Carlos Javier Echarri Cánovas
Coordinador del Programa Salud Reproductiva y Sociedad del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales El Colegio de México, A.C.
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