por Mario Luis Fuentes
Entre los años comprendidos entre 2003 y 2012, el INEGI contabiliza un total de 47,359 casos de suicidio. De ellos, en el 45% de los casos la persona que atentó en contra de su vida tenía menos de 29 años; de hecho puede decirse que en uno de cada cinco suicidios, la persona tenía menos de 19 años de edad. De acuerdo con datos de la SEP, uno de cada tres jóvenes “ha sentido que no vale la pena vivir”; mientras que el 13% afirma que ha estado a punto de quitarse la vida.
Una de las evidencias más duras que tenemos en los últimos años, es que la violencia crece, en todas sus dimensiones y en todas sus manifestaciones. Las más difíciles de explicar en sus causas y por supuesto, en sus posibles vías de solución, son las relacionadas con las defunciones por causas externas de mortalidad.
En la clasificación del INEGI, estas causas son caracterizadas como “Defunciones accidentales y violentas”, las cuales incluyen los decesos que ocurren cada año por accidentes, homicidios y suicidios.
En evidencia, es la mortalidad por homicidio la que muestra la tendencia más acelerada y alarmante, pues el número de decesos por esta causa pasó de un promedio de 9,743 casos entre los años 2003 al 2007, a una preocupante cifra promedio de 22,550 homicidios anuales entre los años 2008 y 2012.
Por su parte, la mortalidad por accidentes, la cual sigue siendo en la que mayor número de casos se reportan en esta categoría del INEGI, muestra una tendencia relativamente estable, con un promedio anual de aproximadamente 37,250 defunciones anuales a causa de los distintos tipos de accidentes.
Al respecto vale la pena destacar que las muertes por accidentes en el hogar y la vía pública, en los que no están involucrados los vehículos de motor, se producen fundamentalmente entre la población adulta mayor, pues son en efecto, quienes tienen más de 65 años de edad, quienes concentran el mayor número y porcentaje de muertes por accidentes, fundamentalmente caídas y quemaduras.
Los suicidios, una tendencia que crece
De acuerdo con las señaladas estadísticas de mortalidad del INEGI, el número anual de suicidios también se ha incrementado de manera acelerada en los últimos años. Si se considera el periodo de los cinco años que van del 2003 al 2007, lo que se encuentra es que el promedio anual de defunciones por suicidio es de 4,242 casos.
En contraste, el análisis de la mortalidad por suicidios de los últimos cinco años para los que hay información, es decir, de 2008 al 2012, muestra que el promedio anual es de 5,230 casos anuales, una cifra prácticamente superior en 20% que la registrada en el quinquenio previo.
Con todo, el número acumulado de suicidios para los 10 años que van del 2003 al 2012, es de 47,359, es decir, un promedio anual de 4,735, o bien, un estimado de 12 casos al día, una cifra similar, sólo para ponerla en contexto, al de las defunciones que se contabilizan como promedio, para la década pasada, respecto de las defunciones por cáncer de cérvix en todo el país.
Jóvenes, depresión y suicidio
Las estadísticas oficiales nos muestran datos que deben llamar a una profunda preocupación social: son los jóvenes quienes en mayor medida están atentando en contra de su propia vida, y quienes también tienen mayor éxito en los intentos de suicidio que se presentan anualmente.
Al respecto debe destacarse que de acuerdo con la literatura especializada, son las personas que viven los eventos de depresión profunda, quienes en mayor medida tienden a pensar en el suicidio y a llevar a cabo acciones para intentarlo.
Lo anterior nos revela la urgencia de construir un nuevo paquete de capacidades e intervenciones tanto en el sector salud como en el sector educativo, que permita identificar con oportunidad cuándo una o un joven se encuentra en estado depresivo y activar al sistema institucional para prestarle la atención que necesita.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Intolerancia y Valores de la SEP, el 61% de las mujeres, y el 47% de los hombres matriculados en alguna institución de educación superior, declara que en el último mes, previo a la encuesta, sintió que “no podía dejar de estar triste”.
La misma encuesta señala que 45% de las jóvenes y el 36% de los jóvenes matriculados en las escuelas de educación media superior de todo el país, afirma que ha sentido frecuentemente que “su vida es o ha sido un fracaso”.
Ambos sentimientos revelan que aun las y los jóvenes que han tenido la oportunidad de estudiar más allá de los niveles promedios de educación, perciben que su presente, pero sobre todo su futuro, se encuentra de algún modo cancelado y que tiene pocas perspectivas de mejorar sus condiciones de vida o las de sus familias.
El suicidio entre las y los jóvenes
De acuerdo con la encuesta citada, el 43% de las jóvenes y el 29% de los hombres, sostiene que ha “tenido la sensación de que no vale la pena vivir”. Asimismo, el 30% de las mujeres y el 19% de los hombres, ha pensado que “vale más la pena morir que vivir”. Finalmente, se encuentra el hecho de que el 17% de las mujeres y el 8.5% de los hombres, “ha estado a punto de intentar quitarse la vida”.
Esta realidad se ve reflejada en las cifras que nos ofrece el INEGI, las cuales, además de a la tristeza, deben llamar a la movilización, pues entre los años 2003 y 2012, la cifra de defunciones por suicidio entre las y los adolescentes que tenían entre 10 y 14 años al momento de su muerte, es de 1,787, cifra equivalente a un promedio diario de un suicidio aproximadamente cada dos días.
En ese mismo sentido debe destacarse la abrumadora cifra de jóvenes entre los 15 y los 19 años de edad; en este segmento INEGI estima en 6,361 el número de defunciones por suicidio entre los años 2003 y 2012; esta cifra implica un promedio anual de 636 casos, o bien, un aproximado de dos casos al día.
En prácticamente el mismo nivel se encuentran las y los jóvenes que al momento de fallecer tenían entre 20 y 29 años de edad. La suma contabilizada por INEGI para este segmento etario es de 13,506 casos, es decir, un promedio anual de 1,350 suicidios o bien, un aproximado de cuatro casos al día.
Como puede verse, 45 de cada cien suicidios que se han consumado en los últimos 10 años, han sido cometidos por personas que tenían menos de 29 años de edad al momento de su fallecimiento, un dato que debe llevar a la reflexión de qué estamos haciendo como sociedad, pues estas muertes sin duda constituyen un duro reclamo a lo que hemos construido hasta ahora.
*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 07- Enero- 2014, p.17
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