Tras varios años de menosprecio a las políticas para la sustentabilidad, se nos presentan nuevas oportunidades para tomarnos en serio la urgencia de adoptar medidas más enérgicas para que las estrategias de desarrollo incorporen de manera orgánica la protección ambiental. En ello nos va la vida, literalmente. El Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y Ambiente (CEIBA), puso a circular hace unas semanas un documento que puede servir como base para generar acuerdos nacionales en esa dirección.
Escrito por: Enrique Provencio D.
CEIBA es una asociación civil fundada en 2001, y agrupa a cerca de 150 integrantes en diferentes campos temáticos de la acción ambiental, que trabajamos en proyectos comunitarios, instituciones de investigación, servicio público, asesoramiento, organismos internacionales y otros frentes. El texto que difundimos, Planteamientos estratégicos para la sustentabilidad en México 2024-2030: hacia un futuro posible https://ceiba.org.mx/planteamientos-estrategicos-ceiba/ , se formuló con el ánimo de sistematizar propuestas a diferentes niveles para enfrentar con decisión la emergencia en la que estamos, en lo que nos corresponde de la escala global y en lo que nos toca directamente por nuestras crisis hídrica, climática, de contaminación, manejo de residuos y otros procesos de deterioro socio ambiental.
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El título marca los alcances: se abordan conjuntamente las dimensiones sociales, ecológicas, económicas e institucionales de la sustentabilidad del desarrollo nacional, en un plano de grandes definiciones estratégicas, aunque también se desglosan sugerencias intermedias o específicas. Estas son viables, y están pensadas para su aplicación durante los próximos años, pero con una perspectiva de largo alcance, para proteger y restaurar nuestros ecosistema y disponer de los servicios ambientales que requerimos para un México próspero y justo. Este es un futuro posible, pero solo si atendemos decididamente las urgencias ecológicas que tenemos enfrente, y dejamos de comportarnos como si no ocurriera nada.
Son ocho las áreas de intervención a las que CEIBA dio prioridad en esta ocasión: 1) la biodiversidad y los servicios que presta a la sociedad, destacadamente los de provisión de agua; 2) los mares, las costas y la pesca, que están tan marginadas de la acción gubernamental, por cierto; 3) la acción climática en sus distintas vertientes, como mitigación, adaptación y vulnerabilidad; 4) el desarrollo territorial y regional, incluyendo el ordenamiento; 5) la gobernanza y los aspectos institucionales, entre los que se identifican transversalidad, participación y educación y cultura; 6) el acceso a la justica, la información y la intervención de los grupos de jóvenes en las decisiones y acciones; 7) la adopción de los modelos de economía circular en todas sus expresiones, tanto en las ciudades y los residuos, como en el agua, la energía y los materiales; y 8) los mecanismos de financiamiento de las políticas ambientales, como los del presupuesto público y otras fuentes de apoyo privadas, de crédito y de cooperación internacional.
Es muy probable que en los próximos meses, en el ajetreo de las campañas presidenciales y legislativas, se enuncien generalidades sobre el ambiente y la sustentabilidad, puesto que son temas ineludibles. Está por verse si las fuerzas políticas asumen un compromiso rotundo con los cambios que se deben introducir para conseguir metas como la deforestación cero en 2030, avanzar ya hacia sistemas de producción alimentaria sostenible y sana, ser más ambiciosos en una mitigación de gases de efecto invernadero compatible con las metas del Acuerdo de París, proteger la salud pública controlando la contaminación atmosférica, del agua y los suelos, asegurar la disponibilidad de agua para todos, aplicar estrategias efectivas de gestión de riesgos ante desastres, y echar a andar ya la estrategia de transición climática justa con miras a una sociedad de emisiones netas cero de carbono a mediados del siglo, entre otras tareas urgentes que no deben posponerse más.
CEIBA pone sobre la mesa una docena de principios, o criterios transversales, si se quiere, que ayudarían a ordena las innumerables tareas que debemos fortalecer o poner en marcha, y entre ellos destacan la necesidad de que el nuevo gobierno le otorgue una prioridad del mayor rango a la política ambiental, pues en estos años se le ha marginado, tanto de la atención política como del apoyo directo, como si fuera un asunto menor y despreciable, algo accesorio y prescindible en la acción pública y colectiva.
Con tal actitud, a la que se suma el acoso a las organizaciones ambientalistas y el menosprecio a las reglas y obligaciones de regulación y vigilancia por parte de las propias autoridades, que se hacen de la vista gorda ante los proyectos y obras grandes y emblemáticas, México está postergando tareas y perdiendo un tiempo precioso para fortalecer sus iniciativas ambientales.
Con sus propuestas, el Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y Ambiente realiza una contribución a la deliberación pública para avanzar mejor y más rápido a la sustentabilidad de nuestro desarrollo. Ahí están las ocho grandes áreas temáticas, con unas 40 orientaciones estratégicas y más de 200 acciones específicas, todas ellas factibles, realizables.
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