Xóchitl y Claudia por momento de designación. Dos mujeres contendrán para la presidencia de la República en 2024 en los bloques partidistas más importantes, la primera por el Frente “Va por México”, la segunda a partir del bloque oficialista actualmente gobernante.
Escrito por: Andrea Samaniego Sánchez
No sólo son ellas, también están Norma, Guadalupe, Marcela, Ana Lilia, Luisa María, Rosa Isela y otras tantas que, con su lucha de años, meses y días, han abierto el espacio para que nosotras hoy podamos contar con este nuevo panorama.
Hasta la elección de 2018, únicamente habíamos tenido a Rosario Ibarra de la Piedra en 1982, y luego repitiendo en 1988; Cecilia Soto y Marcela Lombardo en 1994, Patricia Mercado en 2006 y Josefina Vázquez Mota en 2012. En 2018, aunque apareció en las boletas Margarita Zavala ella había declinado a seguir en la contienda meses antes de la elección. Cinco mujeres que contendieron, muchas que aunque quisieron no pudieron, los limitantes simbólicos estructurales se hacían presentes.
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Esto sólo muestra que el mundo ha cambiado, desde ese 1953 cuando se reconoció el derecho al voto de las mujeres en el ámbito federal, hasta la reforma “Paridad en Todo” de 2019, ahora cada vez hay mayor presencia femenina en el espacio público, en los Tres Poderes de la Unión, en los tres órdenes de gobierno y en la administración pública.
Sin embargo, no todo está dicho, no todo ha cambiado, para empezar, las presidencias de los partidos siguen en manos de hombres, ellas deberán acoplarse a lo que en muchos sentidos les dictan. En el caso de las mujeres que ahora contendrán, tendrán como coordinadores de campaña a dos hombres: Santiago Creel por el lado de Xóchitl Gálvez y Adán Augusto por el de Claudia Sheinbaum.
Más allá de esto, ellas deberán sortear todavía aquellas frases que persisten e insisten que las mujeres no debemos estar en el poder, no estamos hechas para mandar, que no tenemos lo que se necesita para ejercer un cargo. Deberán sortear los prejuicios que prevalecen y que se muestran de forma cruda y palpable en los 10 feminicidios diarios cometidos contra mujeres por ser mujeres.
Se ha avanzado, no se puede negar, pero no podemos pensar que nada más por ser nombradas a ocupar cargos, las violencias estructurales desaparecerán, que la discriminación y exclusión dejará de estar presente.
Tampoco podemos pensar que el que llegan mujeres a ocupar cargos públicos, implica como sinónimo, que se implementará una agenda feminista, que se protegerán los derechos de las mujeres o se trabajará para reconocer algunos que todavía están pendientes. Una cosa no tiene relación con la otra.
Es buen momento para las mujeres, es el momento de las mujeres. Hay que trabajar porque este momento se emplee para trabajar en una agenda para más de la mitad de la población en el país. Es tiempo.
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