¡Que el silencio no incendie la celulosa!
“Cada vez que se usan las palabras arte o artista en relación a mis trabajos fotográficos, percibo una sensación desagradable debida sin duda al mal empleo que se hace de tales términos. Me considero una fotógrafa, y nada más”. (Tina Modotti)
A 74 años de la muerte de Tina Modotti su excepcional vida sigue, entre cálida luz y sombra de misterio, flotando en el recuerdo, indeleble. Navegando en los mares del tiempo sin confín en el universo Modotti, miramos a través del lente de su cámara Graflex y nos asomamos al resplandor del cuarto oscuro de su vida y obra para detenernos a observar el silencio y la espera que preceden el momento de la creación.
Excepcional. Difícil. Intensa. Esa la trilogía de vida que Tina tejió y destejió, obligada por las circunstancias, reinventándose, recomenzando más desde una vez desde cero. Multifacética y extraordinaria, es común que al hablar de su vida se destaque su personalidad, ideario y contexto socio-político, minimizando su obra que se suele nombrar sólo para ilustrar su biografía. Pero también es cierto que si no se considera su contexto no se puede comprender su trabajo, pues su obra está ligada a su vida ya que usó la fotografía como forma de expresión y arma de denuncia. Es la fotografía el elemento que da luz a su vida.
Tina es tan reconocida como desconocida; los registros biográficos están incompletos, se contraponen períodos de gran visibilidad a otros de anonimato y su obra fotográfica quedó prácticamente en el olvido hasta su nuevo descubrimiento en los años 70.
Emigrante, obrera, modelo, actriz, políglota, antifascista, activista, militante del movimiento comunista internacional, refugiada política, espía… Fotógrafa. Todas éstas algunas de las inusitadas facetas de la extraordinaria vida de Tina Modotti, que aquí recordaremos, trayéndola una vez más a la memoria de los días, a la luz del tiempo.
“Cabeza de una chica italiana” (1921), Edward Weston
Fotogramas de una vida extraordinaria
Udine: la cuna de la leyenda Modotti
Assunta Adelaide Luigia Modotti Mondini, Tina para su familia, y para su madre Tinissima, nació el 16 de agosto de 1896 en Borgo Pracchiuso, en Udine, al norte de Italia, casi al confín con Austria, en la región Friuli-Venecia-Julia.
En aquel entonces la región Friuli era una tierra muy pobre y principalmente agrícola, una zona de frontera y de emigrantes. Tina perteneció a una familia obrera de escasos recursos, adherente al socialismo que entonces comenzaba a florecer en Udine. Assunta Mondini, su madre, era costurera; su padre, Giuseppe Modotti, originario de Génova, era un carpintero y mecánico de ideología socialista, y su tío, Pietro Modotti, era un ilustre fotógrafo, los dos elementos que trazarían luego la vida de Tina. Su padrino de bautizo, además, fue Demetrio Canale, uno de los primeros socialistas de Udine.
Tina se educó en escuelas italianas y austríacas, su lengua nativa era el friulano, pero hablaba también alemán, inglés, español, francés y ruso, lo que le permitió desempeñarse como traductora. Giuseppe Modotti tenía dificultad para encontrar trabajo debido a sus ideas radicales por lo que se vio obligado a emigrar a Estados Unidos y la familia quedó en pobreza extrema. Tina a los 12 años comenzó a trabajar en las fábricas para hilar seda convirtiéndose en la principal fuente de ingresos. Mientras tanto, el padre iba mandando el dinero para el pasaje de cada uno de los miembros de la familia y a Tina le llegó su turno a los 16 años.
Borgo Pracchiuso, Udine, al inicio de 1900
(fotografía tomada del sitio del Comitato Tina Modotti)
Ciao Italia! Rumbo a San Francisco
Tina se embarcó sola en el puerto de Génova en el vapor alemán Moltke con rumbo a Nueva York y de ahí a San Francisco para reunirse con el padre. Ahí trabajó como costurera, cajera, modelo y se dedicó al teatro como aficionada.
La fotografía “The Steerage” de Alfred Stieglitz es una clara muestra del fenómeno de inmigración de italianos y otros europeos hacia Estados Unidos en aquellos años.
Alfred Stieglitz. The Steerage. (1907)
En 1918 Tina se casó con el pintor y poeta de origen francés Roubaix “Robo” de l’Abrie Richey y se mudaron a Los Ángeles para iniciar la carrera cinematográfica. Interpretó algunos papeles en obras de teatro y entró al mundo de Hollywood. En 1920 debutó protagonizando el largometraje The Tiger’s Coat (Roy Clements) y luego algunos papeles secundarios en Riding with Death (Jacques Jaccard, 1921) y I Can Explain (George D. Baker, 1922). Pero pronto dejó la actuación de lado pues no le gustó ser estereotipada como la belleza exótica de la típica italian girl.
“Robo” y Tina se integraron rápidamente a los círculos bohemios de intelectuales, poetas y artistas de la época. Gracias a su marido conoce, entre 1920-1921, al fotógrafo Edward Weston de quien se convertirá en modelo preferida y luego amante.
Tina Modotti y Roubaix de l’Abrie Richey
El México de Modotti. La tierra prometida de los artistas
A inicios de 1920 México se encontraba en plena ebullición cultural de lo que se denominó “el renacimiento mexicano” y era visto como una especie de tierra prometida para creadores e intelectuales liberales estadounidenses que aquí hallaban la tan ansiada libertad de expresión que no encontraban en su país, donde no todas las ideas tenían cabida y todo lo que oliera a socialismo comenzaba a ser visto con repudio y desconfianza.
También los artistas europeos que llegaban a México luego de la devastación de la Primera Guerra Mundial veían el continente americano como una tierra de esperanza, llena de posibilidades, donde aún era posible recomenzar y reconstruir.
En 1922 “Robo”, atraído por la efervescencia cultural y la gran creatividad del momento, se muda a México y ahí muere por complicaciones de viruela a 31 años. Tina viajó a México para el funeral y más tarde, en 1923, se mudó con Weston, y además de sumergirse en el clima político postrevolucionario entraron en contacto con los círculos bohemios de la capital y empezaron a expandirse en el mercado de los retratos. En 1927 se inscribe al Partido Comunista Mexicano dando inicio a su más intensa fase de activismo político.
El sol, la luz, el calor de los días. Tina quedó fascinada al encontrarse con un país lleno de matices, de nuevos perfumes y exóticos sabores. El chile, el chocolate, las aguas frescas, los paisajes, los colores… Y los atuendos bordados. Destellos luminosos del Nuevo Mundo. Todo cautivó a Tina, y no sólo captaba sus formas estéticas, sino que retrataba la visión de un país lleno de miseria e injusticia.
En esta etapa florecieron el movimiento estridentista, una especie de futurismo mexicano, y el nacionalismo de los grandes muralistas: Rivera, Siqueiros, Orozco. Tina fue elegida como fotógrafa oficial del movimiento muralista mexicano, inmortalizando los trabajos de Diego Rivera y José Clemente Orozco.
Tina Modotti en su exposición de la Biblioteca Nacional de la Universidad Nacional Autónoma de México, 1929. Foto tomada de Margaret Hoocks. Tina Modotti, Photographer and Revolutionary. Londres, Pandora, 1993. p.193.
La luz que fija la imagen. México visto a través de la Graflex de Tina
Se piensa que Tina fue introducida a la fotografía cuando estaba en Italia, aunque fue su relación con Weston lo que le permitió mejorar sus capacidades convirtiéndose en una artista de fama internacional.
En México Tina se encontraba descubriendo un mundo nuevo, y su mirada artística y su energía creativa se plasmaron en las placas de gelatina y plata que Edward había puesto entre sus manos. Al igual que su maestro, las fotografías de Tina muestran un estilo directo y buscan la sintaxis fotográfica.
Edward Weston y Tina Modotti viajaron por México para realizar un reportaje fotográfico del país. Tina hizo brillar su arte fotográfico al lado de Weston, que era un maniático del encuadre, de la belleza abstracta de la imagen, de la búsqueda de las esencias.
La carrera fotográfica de Tina se suele considerar dividida en dos momentos: romántico y revolucionario. El primero incluye el período con Edward Weston quien era la encarnación de la poesía aplicada a la fotografía. Sus imágenes resplandecientes reflejan paisajes románticos y primeros planos de elementos de la naturaleza. Tina lo acompaña como ayudante y como alumna, a través de estos escenarios y muchas veces retratan el mismo objeto desde distinta perspectiva; ella imprimiéndole su toque personal y su particular sensibilidad más humanista, que buscaba incluir a personas en su vida cotidiana. Muchas de sus imágenes fueron dedicadas a las flores.
Tina Modotti. “Rosas” (1924)
El período revolucionario se dio con su faceta de activista política. Su simpatía por los obreros se refleja en sus retratos de hombres y mujeres trabajando, expresando así su condición de fotógrafa socialmente comprometida. Claro ejemplo de ello es el retrato de dos trabajadores que llevan un gran peso sobre la espalda y que transmite la idea que el trabajo de este tipo y en estas condiciones usurpa la personalidad y la individualidad.
Tina Modotti. “Trabajadores” (1926-1929)
Luego de asistir a la manifestación del primero de mayo de 1926 mete en práctica sus nuevas ideas sobre la fotografía, fuertemente relacionadas con sus intereses sociales y políticos.
En la fotografía de la mujer de Tehuantepec, Tina toma la imagen ligeramente desde abajo dándole a la protagonista un aire real a pesar del peso que lleva sobre la cabeza, la tinaja más que una carga semeja una corona.
Tina Modotti. “Mujer de Tehuantepec llevando un yecatixtle” (1929)
En su recorrido por México, Tina se encontró cara a cara con la miseria de los desamparados y las injusticias, encendiéndose en ella la llama del compromiso social. El trabajo de Modotti se hizo cada vez más socio-político, convirtiéndose en su medio para plasmar su ideario de vida. En sus retratos mexicanos su búsqueda se concentra en el sujeto, dándole toques inusuales con la intención de marcar la dimensión emotiva, en paralelo a su compromiso político, humano y social hacia los protagonistas. Sus imágenes poseen un realismo que evidencia la desolación de los pobres, la tristeza de los campesinos y la lucha de los obreros. Tina le da a sus fotografías la función de propaganda y documentación, inmortalizando la lucha y la protesta.
Años de Modotti, días de Tinissima y morir en un taxi
De aire cosmopolita, adelantada a su tiempo, moderna, desenfadada, sin prejuicios ni limitaciones, durante su estancia en México Tina fue escándalo para la mojigata sociedad de la época, pero al mismo tiempo se hizo popular y se acercó a los personajes influyentes del momento. Varios eran los motivos del escándalo: vivía con un hombre que no era ni su marido ni su hermano, salía sola de noche y se dejaba ver en lugares públicos con hombres; cuentan que además, cuando llovía, tenía la costumbre de bañarse desnuda en la azotea de su casa.
Tina conoció luego al grabador, dibujante, pintor y militante del PCM, Xavier Guerrero, de origen olmeca, cuyas ideas socialistas la acercaron más al pueblo y su fotografía se volvió aún más testimonio de los olvidados de la sociedad. Influenciada por Guerrero, con quien Tina mantuvo una relación, participó activamente en la campaña “Manos fuera de Nicaragua” en apoyo a la lucha de Augusto Sandino.
En 1928 inicia un fulgurante romance con el revolucionario cubano Julio Antonio Mella, a quien considera el amor de su vida; pero Mella es asesinado en 1929 y la acusan de ser cómplice de su muerte por motivos pasionales. Y aunque Tina cayó en contradicciones en sus declaraciones y nunca pudo explicar quién le disparó a Mella, poco después fue absuelta y se declaró que la causa del homicidio era política. Al año siguiente la acusan de haber participado en el intento de asesinato de Pascual Ortiz Rubio, entonces presidente de México, por lo que es expulsada y se dirige a Alemania con el líder comunista Vittorio Vidali, con quien mantendría relaciones. Continúa su trabajo fotográfico en el exilio en Berlín, y entre 1931 y 1934 en Moscú trabaja para la Cruz Roja Internacional de la URSS.
Al inicio de la Guerra Civil se fue a España para integrarse al Quinto Regimiento. En este período se negó a realizar una sola fotografía pues para ella no era compatible el arte con la violencia y optó por la lucha armada. Adoptó el nombre de “Comandante María” y trabajó en el hospital obrero encargándose de los heridos. Colaboró también con los intelectuales Alberti, Machado, Neruda, entre otros. Vidali era dirigente de la Brigadas Internacionales y la introdujo en el espionaje. Tina publicó reportajes en “Ayuda”, órgano de prensa del Socorro Rojo Internacional, bajo los pseudónimos de María, Carmen Ruiz y Vera Martini.
El presidente Lázaro Cárdenas revoca su exilio y regresa a México en 1940 junto con Vidali. Continuó con su actividad política en la Alianza Antifascita Giuseppe Garibaldi con un nombre falso, y con su trabajo fotográfico y su activismo político hasta su muerte en 1942.
Entre 1940 y 1942 la vida de Tina ya no es la misma. Ella ya no es la misma. Vittorio Vidali, demasiado comprometido con el Partido, no le brinda suficiente atención. No frecuenta tanto a los amigos, fuma demasiado, vive en la tristeza. Pareciera que por tanto luchar por las causas de otros se hubiese olvidado de sí misma, y su pasión de antes menguaba.
La noche del 5 de enero de 1942 Tina muere de infarto en un taxi luego de una cena en casa de Hannes Meyer, el exiliado arquitecto alemán director de la Bauhaus, a la que había asistido en compañía de Vidali y donde se encontraban, entre otros, Pablo Neruda. Vidali se retiró antes pues tenía que terminar un artículo. Poco después Tina dice sentir un leve malestar y decide volver sola a casa en un taxi. Su casa queda enfrente del Hospital General y ahí pide dirigirse al taxista. Cuando el taxi se detiene fuera del hospital Tina ya está muerta. Muere en la parte de atrás de un taxi, sola, sin quejas, calladamente y sin molestar a nadie.
Las circunstancias de la muerte parecieron de inmediato poco claras y la noticia corrió en México y el resto del mundo, agitando turbias aguas que trataron de verlo como un crimen político maquinado por Vidali, acusado de envenenarla, y el mismo Neruda fue investigado. Los periódicos trotskistas dijeron que se había tratado de un ajuste de cuentas estalinista.
Originalmente los restos de Tina descansaban en una de las secciones más pobres del Panteón Dolores en la Ciudad de México con una sencilla lápida con un perfil grabado por Leopoldo Méndez y los primeros versos de una poesía de Pablo Neruda como epitafio:
“Tina Modotti, hermana, no duermes, no, no duermes;
tal vez tu corazón oye crecer la rosa
de ayer, la última rosa de ayer, la nueva rosa.
Descansa dulcemente hermana”.
Vieja tumba de Tina Modotti en el panteón Dolores de la Ciudad de México
Actual lápida de Tina Modotti en el panteón Dolores de la Ciudad de México
Mientras los últimos versos se encuentran en una placa conmemorativa que el “Comitato Tina Modotti” instaló en la casa materna en Udine.
Las palabras de Tina en la voz de los muros.
La restauración de la casa materna de Udine premiada por el Louvre
La casa materna de Tina Modotti se encuentra en el número 89 de la calle Pracchiuso en el centro histórico de Udine, al norte de Italia. En el 2014 por encargo de la Caritas Diocesana de Udine, que ahora tiene sede ahí, las empresas de materiales para la construcción RÖFIX y VICAT participaron en el prestigioso concurso Le Trophée du Grand Prix con el interesante proyecto de reconstrucción y recalificación artística: “Casa Materna de Tina Modotti”, ganando el premio “Le Geste d’Or” de la Innovación. El premio fue entregado en París en El Salón internacional del Patrimonio Cultural, del Carrusel del Louvre, el museo más famoso del mundo.
La edición 2014 fue abierta por primera vez a proyectos internacionales, y la asociación Le Geste d’Or, constituida por un gran jurado internacional independiente de 43 expertos en el sector del restauro entregó el reconocimiento a los creadores del proyecto, Vera Fedrigo y Franco Del Zotto premiando sus conocimientos, la experiencia, la habilidad, el ingenio, el know how dentro de un equipo de trabajo en las técnicas de restauración y de recalificación de las construcciones, luego de haber examinado 210 proyectos.
Casa de Tina Modotti en Udine
La fachada es un torrente de palabras que la hacen revivir. Fue realizada por los artistas Dal Zotto y Fedrigo, él friulano y ella véneta, de la empresa CRAC S.n.c. profesional del sector de la conservación y restauración de obras de arte y en la creación de obras de arte contemporánea. El proyectista y director de obra fue el arquitecto Franceso Mattini.
Vera y Franco trabajaron arduamente más de un año en la realización de la fachada, él como artista visual y ella encargada de la parte técnica. El motivo era uno sólo y muy importante: homenajear a Tina Modotti, que en esa casa vio la luz. La obra de bajorrelieve que decora la fachada de la casa se obtuvo con un procedimiento innovador con metodología patentada. La mezcla usada fue la RÖFIX Belit Malta para restauración, producto que por sus características técnicas y de prestación permite una elaboración de altos espesores y, al mismo tiempo, conserva las características de transpiración y respeto de los materiales preexistentes.
Detalles del bajorrelieve de la Casa Tina Modotti
Como lo describe Franco, la fachada del edificio fue enriquecida cubriéndola con un texto que asemeja “una narración didascálica en que la misma Tina y las personas involucradas en su vida escriben en el mural un continuo flujo de palabras y letras”. Y agrega: “para subrayar ciertos pasajes del texto considerados más relevantes, además he alterado la misma escritura, invirtiendo las letras, lo que hace más difícil la lectura, menos inmediata, pero al mismo tiempo atrae la atención del espectador, creando una especie de texto dentro el texto”.
La obra se constituye visualmente de un enorme bajorrelieve en toda la fachada usando una técnica similar al esgrafiado, que consiste en hacer incisiones o rascar con una herramienta especial llamada grafio.
Fotógrafa y revolucionaria, Tina Modotti dedicó su fotografía al servicio de los pobres, a los refugiados, a los olvidados, convencida de que otro mundo era posible. Su obra refleja la gran entrega de su vida. Se dedicó a la causa de los más desfavorecidos; y en este sentido seguramente estaría satisfecha de la función que le ha sido asignada a su casa natal en Italia dedicada a dar refugio nocturno a los indigentes.
Tina fue fiel a su pensamiento. Murió como nació: pobre. Nunca sucumbió a la soberbia, ella se consideraba “sólo una fotógrafa” y su actitud de entrega la llevó a la renuncia, alejándose incluso de la fotografía. De frágil figura y honda mirada triste, bajo su atractivo físico había una mujer profundamente sensible, humana y comprometida con su causa.
¿Dónde termina el mito y dónde comienza el arte? Imposible separar uno del otro. Sobre todo cuando se trata de Tina Modotti y sus vivencias humanas y artísticas que aquí hemos recordado para asomarnos a su mirada a través de su lente, para homenajear su vida y su obra, para pronunciar su nombre otra vez… ¡Para que el silencio no incendie la celulosa!