por María Gourley
El analfabetismo cultural y su divulgación organizada es un cáncer social extendido que no conoce etnias, nacionalidades ni estatus económico. Es la máxima expresión de la violencia estructural porque nos despoja de nuestros potenciales y restringe nuestra disposición natural para la búsqueda de la trascendencia. Nos priva de nuestra humanidad y de nuestras capacidades para reflexionar sobre quiénes somos y hacia dónde vamos