Cerca de la mitad de la población de la India (un país con 1,300 millones de habitantes) hace sus necesidades a campo abierto, por falta de instalaciones sanitarias. Ello crea condiciones propicias para la diarrea infantil, las infecciones intestinales, el tracoma, la esquistosomiasis y otras enfermedades que afectan especialmente a los niños
Algunos estudios han encontrado, según explica The New York Times, alarmantes correlaciones entre madres embarazadas que no tienen toilets y el bajo peso de los niños al nacer. El actual gobierno ha priorizado el problema, y ha lanzado una gran campaña nacional.
Una de las películas más vistas hoy es en ese país es Toilet, una historia de amor, la cual está basada en hechos reales. Tras un casamiento, la esposa decide irse del hogar porque no tiene un toilet, y no volverá hasta que el marido lo construya.
Recientemente, un juez en la India había fallado una demanda de divorcio en favor de una esposa a la que su marido no había asegurado la existencia de un toilet; concedió el divorcio invocando la dignidad «de las madres y hermanas».
El tema se extiende a muchos otros países. Informes de la Organización Mundial de la Salud y de la UNICEF sobre las nuevas metas de desarrollo sostenible encuentran que una de las áreas más críticas es la de los déficits de instalaciones sanitarias, a los que hay que sumar la disponibilidad de agua potable, así como el acceso a jabón y agua para cumplir con una de las prescripciones de salud más primarias del género humano, ya recomendada por la Biblia: lavarse las manos.
A nivel mundial hay 2,300 millones de personas que no tienen instalaciones sanitarias básicas Si se elevan los estándares respecto a lo que se considera una instalación sanitaria segura y se suma la disponibilidad de un sistema adecuado de eliminación de excretas y de sistemas de tratamiento de aguas servidas (aguas residuales), en el mundo hay 4,500 millones de personas que no las tienen.
En el caso de la India, por ejemplo, menos de 5% de sus 8,000 ciudades y municipios tienen plantas de tratamiento de aguas servidas. En ese caso, como en otros, la pregunta es ¿dónde van esas aguas servidas, y qué efectos contaminantes tienen?
En el mundo se estiman que son cerca de 900 millones de personas las que hacen sus necesidades a cielo abierto, 2,100 millones de personas, un tercio de los habitantes del mundo, carecen de aguas seguras y 884 millones carecen de un servicio básico de agua potable.
Se considera que las personas tienen aguas seguras cuando tienen acceso a agua libre de contaminaciones bacteriales, y se halla disponible cuando la necesitan. Todos los niños en las escuelas deberían tener jabón y agua para adquirir el hábito de lavar sus manos. En el África Subsahariana solo 15% de las escuelas las tienen. Las carencias en instalaciones sanitarias apropiadas y agua segura inciden fuertemente en que mueran anualmente 361,000 niños solo por diarrea infantil. Muertes totalmente evitables.
Todos estos temas están marcados por severas inequidades. En países como Guatemala u Honduras es totalmente diferente el porcentaje de la población que tiene instalaciones sanitarias básicas en las regiones prósperas a quienes cuentan con ella en las regiones más pobres, en muchos casos indígenas.
En pleno siglo de las revoluciones tecnológicas, la superación de estas dramáticas privaciones debería ser prioridad absoluta, pues, además de comprometer la salud de millones de niños y madres, constituyen una grave lesión para la dignidad personal. La OMS y la UNICEF afirman que en 90 países el avance en estas metas decisivas para el género humano es muy lento. Resulta imprescindible apurarlo.
Bernardo Kliksberges directivo del Alto Panel Mundial de Seguridad Alimentaria y asesor especial del PNUD/ONU. La histórica universidad española de Alcalá de Henares proclamada Patrimonio Universal de la Humanidad, ha decidido otorgar al autor su máxima distinción, el Doctorado Honoris Causa, por su trayectoria.