En México hay 3.2 millones de menores de edad realizando trabajos que no les corresponden. Esta cantidad representa el 11% de los 29 millones que tienen entre 5 y 17 años
¿CONCIENCIA?
Recuerdo una clase de antropología sobre la dignidad del ser humano. En aquella sesión, el profesor mencionó que una prueba empírica, palpable de que el ser humano tiene una “dignidad especial” es que la conciencia nos duele cuando nos damos cuenta que alguien comete una injusticia contra otro ser humano, especialmente si es un menor de edad. Por ejemplo, si alguien le hace daño a un bebé nos ofende, y no sentimos lo mismo si alguien patea una piedra
En opinión de aquel maestro, esa sensación natural de molestia que te impulsa a buscar proteger al vulnerable prueba que el ser humano no es cualquier realidad, tiene una dignidad especial dentro de los seres vivos. Y más sensible es la conciencia, cuando se afecta a una persona más indefensa como es el caso de los niños.
Estoy de acuerdo con aquella clase, pero creo que no a todos nos brota esa indignación. Si así fuera, en México no habría 3.2 millones de menores de edad realizando trabajos que no les corresponden. Esta cantidad representa el 11% de los 29 millones que tienen entre 5 y 17 años, quienes deberían estar formándose en las aulas, jugando, y no obligados a trabajar para susbistir[i].
Más duele la conciencia, la humanidad, al saber que dos millones de estos niños, que ya de por sí están enfrentando un trabajo que no les toca por su edad, además realizan actividades que atentan contra su desarrollo físico e intelectual, trabajos peligrosos y hasta en condiciones de esclavitud.
¿DÓNDE JUEGAN NUESTROS NIÑOS?
Es el sector agropecuario donde más niños trabajan (34.5%). Un tercio de los menores trabajadores realizan actividades no permitidas en el campo: siembran, cosechan, deshierban, cuidan animales, podan.
Sobra decir que no es sólo el número, podemos imaginar los riesgos a los que se exponen: por las temperaturas, los animales, la distancia con centros de salud, la falta de protección social, de normas de seguridad, y tantos otros peligros que sólo de pensarlos, apretujan el corazón.
La segunda actividad que más concentra menores son los servicios (22.3%), como los hoteles y los restaurantes. En tercer lugar los comercios (20.3%), y también hay muchos en la industria manufacturera, minas, de electricidad, gas, agua y la construcción. ¡Si son peligrosas para los mayores!
Otro dato apabullante: prácticamente el 30% de estos menores trabaja más de 36 horas por semana. Evidentemente, jugar o asistir a la escuela resultan lujos en muchos casos prohibitivos. No se necesita ser sociólogo para suponer que estos infantes trabajan por necesidad, para pagar su escuela, su propia manutención, porque sus hogares necesitan esa aportación económica. Entonces, ¿cuánto ganan?
Cuatro de cada diez niños no reciben ni un peso. Digamos que trabajan para ayudar a sus papás, o cuando mucho les pagarán en especie. Tres de cada diez reciben hasta un salario mínimo, es decir, 88 pesos. Un salario mínimo que ya sabemos no alcanza, y que es de los más bajos en Latinoamerica.
México es el segundo país con el salario mínimo más bajo. Incluso Perú, Colombia, Brasil, Ecuador, tienen un monto mayor. Sólo le ganamos a Venezuela.
FUTURO COMPROMETIDO
Pocos temas son tan duros y tan tristes, como la explotación de las niñas y los niños. Sucede en México y sucede en todo el mundo, donde la OIT estima más de 200 millones de menores realizando trabajos peligrosos: sirvientes en Myanmar, pescadores en Ghana, obreros en Bangladesh, fábricas en Turquía, ladrilleras de la India, basureros del Perú, son algunos de estos espacios infames.
La OIT también subraya que cuando la infancia se dedica a trabajar, además de atentar contra el desarrollo adecuado que requiere el menor, al mismo tiempo se perpetúa el círculo vicioso de la pobreza e impide que los niños adquieran las calificaciones y la educación necesarias para asegurarse un futuro mejor. Empeñamos, por muy pocos pesos, el porvenir de todos.
Como bien lo señala Saúl Arellano, “el trabajo infantil es uno de los pasajes oscuros de nuestra modernidad podrida. Y es la hora de erradicarlo”.
A los candidatos presidenciales, cuando fueron niños.
[i] Cfr. INEGI, Módulo de Trabajo Infantil, 2017, 4T. Todas las cifras de la publicación, salvo las expresamente señaladas, corresponden a esta fuente.