Un país que lee poco

por Mario Luis Fuentes

En nuestro país únicamente el 56% de la población declara leer libros actualmente; entre los más pobres sólo lee el 46% mientras que en los estratos de ingresos más altos la lectura es practicada por el 76% de quienes están en esos niveles socioeconómicos. En las localidades de menos de 500 mil habitantes el promedio de lectores no rebasa el 56%, mientras que en las de más de 500 mil habitantes el porcentaje llega a 65.3%. En el país hay sólo 7,378 bibliotecas, es decir, apenas una por cada 15,226 habitantes, con un promedio de 0.3 libros por habitante.


Un país en el que casi la mitad de sus habitantes son pobres, es también uno en el que la posibilidad y capacidad de compra de libros es sumamente reducida. Lo anterior tiene muchas razones. La primera y quizá más simple es que en una nación en la que el consumo y el mercado interno están deprimidos, es prácticamente imposible que pueda desarrollarse una industria editorial fuerte.

La segunda razón por la que en un país se lee poco es el bajo nivel educativo de su población y con ello, la prácticamente inexistente cultura de lectura con los consecuentes bajos niveles de consumo de bienes y servicios culturales de calidad, generando con ello un círculo vicioso que termina en una baja valoración positiva del hábito de la lectura.

El día de ayer se conmemoró en México el Día Nacional del Libro, y más allá de ofertas en las principales librerías y una que otra feria en algunos estados del país, la evidencia demuestra un hecho: en esta administración no hubo acciones eficaces que, en el marco de la política educativa y cultural, permitieran fortalecer la industria editorial y con ello facilitar y promover una mayor producción, distribución y consumo de libros de calidad.

¿Cuánto se lee?

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Lectura, 2009, (ENL) únicamente el 56% de la población declara leer libros; el 30% sostiene no leer libros, pero sí haber leído algún libro una vez en la vida, mientras que el 12% de la población declara que nunca ha leído un libro.

Las personas que más leen son los jóvenes. De acuerdo con la citada encuesta el 70% de las y los jóvenes de 18 a 22 años declaran leer libros; las personas de 23 a 55 años declaran en un 53% que leen libros; mientras que entre los mayores de 41 años la lectura se reporta en únicamente el 41% de quienes se encuentran en ese grupo de edad.

Entre quienes no tienen ninguna escolaridad sólo el 20% declara leer libros; el porcentaje es de 43.8% entre quienes concluyeron estudios de primaria; el 55.7% de quienes declaran haber terminado la secundaria sostiene que lee libros; el 60% de quienes terminaron el bachillerato declara también que sí lee libros, mientras que entre las y los universitarios, el porcentaje de lectura de libros es de únicamente 76.6%; es decir, somos un país en el que incluso entre quienes cuentan con estudios superiores, hay uno de cada cuatro  que no lee libros.

Los recursos cuentan

Como ya se había dicho, tener un nivel socioeconómico bajo determina severamente la posibilidad de leer libros en México. Según la ENL, entre quienes tienen un nivel socioeconómico Muy Bajo, únicamente el 37% declara leer constantemente libros.

En el grupo de población que tiene un nivel socioeconómico Bajo, el porcentaje es de 48.9%; para los grupos de nivel socioeconómico Medio-Bajo, el porcentaje declarado de lectura de libros asciende a 57.1%. Quienes fueron identificados como de nivel socioeconómico Medio, el porcentaje de lectores es de 79.2%; mientas que para los niveles Medio-Alto y Alto el porcentaje declarado de lectura es de 75.9%. Como puede verse, en México quienes más leen son incluso las clases medias, por arriba de la población de más altos  ingresos.

El perfil territorial

Según los datos de la ENL, en México el territorio determina también en buena medida la posibilidad de la lectura, lo cual está vinculado con la disponibilidad de libros, tanto para consulta como para su compra en librerías u otros establecimientos.

Así, los mayores niveles de lectura se encuentran en las ciudades más grandes, pues en las localidades de menos de 2,500 habitantes el porcentaje de lectores llega a únicamente el 52% de la población. Como dato interesante, la ENL reporta que en las localidades que tienen entre 2,500 y 15 mil habitantes, el porcentaje de lectores es sólo de uno de cada tres personas, es decir, sólo el 36.3% declara leer constantemente libros.

En las poblaciones que tienen entre 15 mil y 500 mil habitantes las diferencias no son significativas pues los porcentajes de lectores oscilan entre el 52.7% y el 56% de sus habitantes. En esa lógica, la diferencia mayor se encuentra entre ese tipo de poblaciones y las que tienen 500 mil habitantes o más, en las cuales los niveles de lectura reportados llegan al 65.3% de la población.

¿Qué se lee?

Entre quienes declararon a la ENL que leen actualmente, el 32.5% declara que sus lecturas son básicamente textos escolares; el 23.3% declara leer novelas; el 22.7% declara leer libros de historia; el 19.7% dice leer libros de superación personal; el 16.4% lee biografías; el 16.1% lee libros científicos o técnicos; el 15.2% lee enciclopedias; mientras que el 12% declara leer cuentos.

Para dimensionar estos datos basta decir que la mayoría de los libros que se editan en México tienen en promedio un tiraje de mil ejemplares en su primera edición; en contraste, las tres revistas que, según el Padrón Nacional de Medios Impresos tienen mayor tiraje son: TV Notas con al menos 624 mil ejemplares a la semana; la Revista H para Hombres, tira 293 mil ejemplares; mientras que TV y Novelas tira al menos 204 mil ejemplares semanales.

A lo anterior debe agregarse que según la ENL, el 56% de quienes afirman leer respondieron “No saber” quién es su autora o autor favorito. Y entre quienes sí lograron recordar un nombre, en primer lugar aparece Carlos Cuauhtémoc Sánchez, con un 4.8%; en segundo lugar Gabriel García Márquez con únicamente el 3.4%; Miguel de Cervantes Saavedra con 2%; Octavio Paz con 0.9% y Carlos Trejo con 0.6%

Sin disponibilidad

Es evidente que en una sociedad como la nuestra, el Estado debería tener una doble política: por un lado, facilitar el acceso a los libros a través de una eficaz red nacional de bibliotecas; y por el otro, generando mecanismos de fomento para la producción y distribución de libros. Ninguna de las dos funciona bien en México.

Para dar contexto a lo anterior basta señalar que según los datos del INEGI, en el país hay únicamente 7,378 bibliotecas públicas en el país, es decir, apenas una por cada 15,226 habitantes. Si cada una de estas bibliotecas tuviese en promedio, por citar sólo un número, 5 mil ejemplares, tendríamos un promedio de 0.3 libros por habitante; en países como España la proporción es de 20 libros por persona; en Finlandia  es de 25 y en Noruega de 28.

Las 10 entidades con menos bibliotecas públicas por habitante son: baja California con una biblioteca por cada 34,671 habitantes; Tamaulipas con una por cada 29,986; Guanajuato con una por cada 29,496 personas; Querétaro con una por cada 29,014; Quintana Roo con una por cada 26,511; Jalisco con una por cada 26,159; el Estado de México con una por cada 22,752; San Luis Potosí con una por cada 21,911; el Distrito Federal con una por cada 21,693 y Chihuahua con una por cada 20,520. 

*Columna publicada bajo el mismo nombre en el periódico Excélsior, 13-Noviembre-2012, p.25

METODOLOGÍA                                                        

La selección de los indicadores para elaborar esta investigación se apegó a los siguientes criterios: 1) provienen de fuentes oficiales o de organismos internacionales; 2) son datos con representatividad nacional; 3) son datos con rastreabilidad, con la misma metodología durante los últimos diez años.

(*) Este texto se elaboró con material del Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social

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