La pandemia no terminará pronto; y sus efectos económicos, sociales y culturales serán de largo plazo. Llegará la vacuna y los medicamentos, algún día; pero también llegará, una vez más, en algún momento, un nuevo virus con igual o incluso mayor capacidad destructiva que éste. Como sociedad global, estamos obligados a construir lo necesario para, llegado el momento, estar listos. Por eso es necesario un plan de reconstrucción después de la COVID19.
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Re-construir. De esa magnitud es el reto que tenemos enfrente. Establecer nuevos cimientos y, con una nueva arquitectura institucional, redimensionar al Estado -tanto como sea necesario- y regular al mercado -tanto como sea igualmente necesario-.
No podemos, y eso debe constituirse en un imperativo ético, regresar al modelo económico vigente antes de la pandemia. No puede el mundo dar nuevamente rienda suelta a una lógica de producción frenética que destruye los ecosistemas y ha matado y sigue matando de hambre y enfermedades curables a millones de seres humanos.
El clamor del capitalismo neoliberal consiste en abrir las puertas de las empresas y recuperar los meses de producción perdidos. Pero, ¿para qué? Parafraseando a Heidegger: no podemos “reabrir la economía” para que millones de quienes hayan sobrevivido a la pandemia, continúen con sus vidas sólo para comer, y en ocasiones, ni siquiera para eso.
De acuerdo con el estudio presentado recientemente por el PUED-UNAM, en México el número de personas en pobreza extrema por ingresos sería, hasta el mes de mayo, de hasta 38 millones de personas. La cifra es dramática; pero más lo será si el retorno a una pretendida normalidad -la que sea-, reproduce las condiciones de vulnerabilidad y fragilidad económica que permitieron y determinaron este desastre.
Para diseñar ese plan, hay cuatro pilares mínimos que deben considerarse:
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Construir una nueva alianza nacional por el desarrollo con sustentabilidad implica reconocer que no podemos seguir bajo los supuestos de una economía depredadora del medio ambiente, promotora del individualismo a ultranza y concentradora de la riqueza en unas cuantas manos.
Es urgente, desde esta perspectiva, que todos los liderazgos del país hagan a un lado las diferencias; que den muestra clara de vocación de país; y de una conciencia ética que se pone del lado de los menos favorecidos.
Estamos ante una crisis de alcances civilizatorios. Más nos vale asumirlo de esa manera: porque la partícula microscópica que hoy nos tiene contra la pared y aislados, nos recuerda, una vez más, cuán frágil es la existencia humana y cuán frágiles son los equilibrios que hemos construido, entre nosotros, pero también entre nuestra especie y las otras con que cohabitamos en este planeta.
El autor es integrante del Patronato de la UNAM e Investigador del PUED-UNAM
Frase clave: Reconstrucción después de la COVID19
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