por Patricia López Guerra
Sin la posibilidad real de otro movimiento armado que les permita conquistar o reivindicar sus derechos sociales, los mexicanos sólo tienen un camino, uno que ya establecieron las sociedades altamente civilizadas del norte de Europa, que ya siguieron las del norte de América, y por el cual ya se aventuraron incluso las del sur: el de la organización legalmente establecida, profesional y especialista en una causa social