Saúl Arellano
El día de hoy se conmemora el Día Mundial de la Diabetes. La Organización Mundial de la Salud y, en nuestro hemisferio, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), hacen un llamado a reforzar los esfuerzos para diagnosticar adecuadamente sus causas, prevenirla y garantizar el acceso oportuno a medicamentos.
De acuerdo con las estadísticas de mortalidad del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México han fallecido, en los últimos tres años, poco más de 313 mil personas a causa de la diabetes. Esta cifra la coloca como la principal causa específica de defunción en nuestro país. Además, es equivalente a un promedio aproximado de 104,500 defunciones anuales por diabetes mellitus. O bien, 12 defunciones por hora, es decir, una cada cinco minutos.
Constituye un error pensar que este problema va a resolverse sólo mediante acciones del Sector Salud. O únicamente a través de campañas mediáticas de promoción de hábitos saludables.
Las causas de la obesidad
Desde esta perspectiva, lo primero que debe destacarse es el multiseñalado factor de la obesidad como detonante principal de la diabetes. Y éste no sólo tiene origen en el sedentarismo, sino en otros factores que es necesario poner a discusión; entre otros:
- El incumplimiento generalizado del derecho a la alimentación, el cual está íntimamente relacionado con la seguridad alimentaria. Es decir, no sólo no se tiene acceso oportuno a alimentos sanos e inocuos, sino que las condiciones de disponibilidad en el país son limitadas. Ello determina la imposibilidad de la mayoría de acceder a los mismos.
- El incumplimiento generalizado del derecho de acceso al agua para consumo humano. De acuerdo con la última edición de la Encuesta Nacional de los Hogares (ENH), levantada por el INEGI, menos del 75% de las viviendas en el país disponen de agua potable al interior de sus construcciones. El no acceso al agua potable obliga a millones de familias a consumir bebidas edulcoradas y gaseosas, que determinan la ingesta cotidiana de este tipo de productos que constituyen auténticas bombas de azúcar.
- El desorden urbano y la desarticulación de procesos económicos, que han llevado a un acelerado incremento en los tiempos de traslado a las actividades cotidianas. En consecuencia, se ha reducido el tiempo disponible para la activación física y para la movilidad de las personas, lo que redunda en padecimientos asociados a la diabetes como el daño renal y la hipertensión arterial.
- La fragilidad del sistema educativo nacional que no ofrece servicios de suficientes en escuelas de tiempo completo, con servicios universales de asistencia social alimentaria. Esto permitiría que las niñas y niños no sólo estén cuidados durante mayor tiempo en espacios amigables y seguros, sino también acceder a alimentos de calidad y con oportunidad.
- La fractura del sistema de guarderías y servicios de cuidado complementarios para la niñez, articulado desde la perspectiva de protección del principio del interés superior de la niñez, y que permita la orientación alimentaria, el acceso a servicios de salud preventivos, así como la activación física.
- La debilidad del sistema regulatorio mexicano. Este ha dado un paso muy relevante en materia de etiquetado de productos de alto contenido calórico y de grasas dañinas para el organismo humano. Pero, en materia de supervisión y sanción, deberá continuar fortaleciendo sus capacidades para garantizar que lo que hoy está en Ley, se cumpla de manera efectiva en los siguientes años.
- Las extendidas condiciones de pobreza y bajos ingresos, que obligan a las personas a comprar alimentos de baja calidad. Los de más alto contenido calórico son mayoritariamente los de más bajo precio y disponibles a la mano de la población. Esto se vincula a la desarticulación de una red nacional de abasto de productos populares.
Invertir en todo lo anterior puede parecer muy caro, pero es momento de preguntarnos el costo que tendrá no hacerlo.
@saularellano
www.mexicosocial.org
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