por Mario Luis Fuentes
De acuerdo con los datos del INEGI, en México hay más de 10 millones de personas con ingresos por debajo de dos salarios mínimos al día. Hay casi 30 millones en la informalidad; 4 millones que no reciben ingresos por el trabajo que desempeñan; y casi 2.5 millones de desocupados. Las peores condiciones son para niñas, niños y adolescentes pues debido a los bajos ingresos de sus familias, el 54% del total viven en pobreza.
El día de mañana, 20 de febrero, la ONU hace un llamado planetario para reflexionar sobre el estado de la justicia social. El tema cobra doble relevancia, porque esta conmemoración surge de la Iniciativa de la Organización Internacional del Trabajo para construir una globalización justa.
La Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Social planteó en el seno de la ONU, la necesidad de garantizar el acceso a empleos dignos que permitan a su vez, acceder a ingresos y prestaciones suficientes para vivir con base en niveles apropiados de bienestar.
Lo relevante de esta propuesta, es que centra el debate en torno a la creación de empleos de calidad, pues si algo se reconoce desde la OIT, y otros organismos internacionales, es que el mundo del trabajo enfrenta severos retos de desestructuración que impiden sumar a las economías formales a los millones de jóvenes que cada año alcanzan edades productivas.
El espectro del desempleo en México
México ha mantenido una tendencia al estancamiento económico que ha llevado, como consecuencia, a una falla estructural en las capacidades con que contamos para generar empleos. Según los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, al cierre del cuarto trimestre del 2012, la tasa de desocupación registrada a nivel nacional fue de 4.9%.
Sin embargo, si se analiza el conjunto de los dos últimos años, lo que se encuentra es que la tasa de desocupación promedio mensual entre 2011 y 2012 es de 5.1% de la PEA, una tasa que de acuerdo con algunos es “envidiable” para algunos países europeos, pero cuya medición tiende a subestimar la realidad, pues según la metodología del INEGI, se considera como ocupada a toda persona que, aun sin tener ocupación productiva y remunerada, se encuentra buscando trabajo.
En números absolutos, la suma promedio trimestral de personas en condiciones de desocupación para los años de 2011 y 2012 es de 2.53 millones de personas que no cuentan con un puesto laboral. La situación más crítica se registró en el tercer trimestre de 2011, con una cifra de 2.76 millones de desocupados; y en segundo lugar se encuentra el tercer trimestre de 2012, en el cual el dato se ubicó en 2.64 millones de personas sin ocupación.
Es de destacarse que hay 18 entidades de la República que al finalizar el año pasado registraban tasas de desocupación por arriba de la media nacional. Los estados con las tasas más altas son Nayarit con 6.3% de la PEA; Sonora con 6.2%; Distrito federal con 6.1%; Querétaro con 6%; y Aguascalientes, Tamaulipas y Baja California Sur, con 5.9% cada una.
Bajos salarios y aguda desigualdad
Quizá el indicador que en mayor medida permite dimensionar lo frágil del sector laboral en México es el relativo al nivel salarial reportado por la mayoría de las y los trabajadores del país. Por ejemplo, al cierre del IV Trimestre del 2012, la ENOE indica que el 8.4% de las población ocupada no recibía ingresos por las actividades desarrolladas. En números absolutos la suma es de 4 millones de personas.
Por su parte, un 13.2% obtiene ingresos hasta de 1 salario mínimo al día; es decir, es población que como máximo obtiene 60 pesos diarios. En esa circunstancia se encuentran 6.34 millones de mexicanas y mexicanos.
El grueso de la población laboral en México percibe, según los datos del INEGI, salarios que se ubican entre los 61 y los 122 pesos al día, es decir, entre 1 y dos salarios mínimos. En esa circunstancia se encuentran 11.08 millones de personas, equivalentes al 23% de la Población Ocupada. En términos prácticos puede decirse que uno de cada cuatro trabajadores mexicanos se ubica en ese rango salarial.
Asimismo, hay un 21.9% de la población ocupada que percibe ingresos que van de dos a tres salarios mínimos al día, es decir, entre 122 y 166 pesos diarios. En términos absolutos, este grupo asciende a 10.53 millones de trabajadoras y trabajadores.
Hay además un 15% del total de las y los trabajadores mexicanos que perciben ingresos que oscilan entre 3 y 5 salarios mínimos al días, es decir, una cifra de 187 pesos a 310 pesos diarios. En total estas personas suman 7.25 millones.
Finalmente están quienes ganan más de 5 salarios mínimos diarios, es decir, ingresos de 311 pesos o más cada día. Ellos constituyen el 8% de la población ocupada del país, y en números absolutos suman un total de 3.85 millones de trabajadoras y trabajadores.
Como puede verse, en México no sólo se está en la incapacidad estructural de generar los empleos exigidos por el crecimiento de la población en edad de trabajar, sino que además la desigualdad se mantiene intocada. Sobre el particular es pertinente destacar que en los tres años que van del 2010 al 2012, en promedio, el número de personas que perciben menos de dos salarios mínimos al día cuadriplicó al de las personas que reciben 5 salarios mínimos diarios o más.
Si a las personas con ingresos por debajo de los dos salarios mínimos diarios se les suman quienes no perciben ingresos por su trabajo, entonces la cifra es 5.4 veces superior a la que representan quienes ganan más de 5 salarios mínimos al día.
Los que más pierden: las niñas, niños y adolescentes
Si algo provoca el tener bajos salarios por periodos prolongados es precisamente caer en condiciones de pobreza. Desde esta perspectiva debe destacarse que según los datos del INEGI habría al menos 10.4 millones de personas que, aun trabajando tendrían ingresos por debajo de los $2,361 pesos requeridos para superar la llamada “línea del bienestar”; es decir, son más de 10 millones de personas que teniendo una ocupación, no logran escapar de la pobreza.
La situación es tan grave que, citando los datos del CONEVAL, el ingreso laboral per capita en México, deflactado a los costos del índice de precios de la canasta alimentaria, cayó de $1,252.66 en el año de 2005 a $912.15 en el tercer trimestre del 2012.
Esta situación afecta de manera mucho más severa a las niñas, niños y adolescentes de todo el país. En efecto, según el INEGI, utilizando la metodología de medición multidimensional de la pobreza, en México habría un 9.8% de la población infantil y adolescente en rezago educativo; el 29.8% estaría en carencia por acceso a los servicios de salud; 64% por carencia de acceso a la seguridad social; el 20% en carencia por calidad y espacios de la vivienda; y prácticamente el 30% por carencia de acceso a la alimentación.
Las entidades con peores condiciones para la niñez son: Chiapas, con el 84.4% de su población infantil y adolescente en pobreza multidimensional; Guerrero, con 75.9%; Oaxaca con 73.3%; Puebla con 68.8%; Veracruz con 66.1%; Zacatecas con 65.7%; y Tabasco y Tlaxcala con 65% cada uno.
Las otras entidades con porcentajes de niñez y adolescencia en condiciones de pobreza por arriba de la media nacional (53.8% de niñas, niños y adolescentes en pobreza) son: Michoacán, Hidalgo, san Luis Potosí, Campeche, Yucatán y Guanajuato.
*Columna publicada bajo el mismo nombre en el periódico Excélsior, 19- Febrero- 2013, p.18
METODOLOGÍA |
La selección de los indicadores para elaborar esta investigación se apegó a los siguientes criterios: 1) provienen de fuentes oficiales o de organismos internacionales; 2) son datos con representatividad nacional; 3) son datos con rastreabilidad, con la misma metodología durante los últimos diez años.
(*) Este texto se elaboró con material del Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social