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Una muerte digna

por Mariana Navarro

En México, apenas hace siete años se actualizó la Ley General de Salud, y ahora los pacientes tienen el derecho de acogerse a los principios y servicios médicos de los cuidados paliativos y manejo del dolor. Hoy día en nuestro país es posible tener una muerte digna, sin dolor ni sufrimiento


En paralelo a las modificaciones legales, hay avances institucionales, y se han obtenido logros para facilitar el acceso a los medicamentos indispensables para mitigar el dolor y la sintomatología que aquejan al enfermo, y la angustia del entorno familiar. La modificación a los procedimientos oficiales para acceder a dichos fármacos facilitará la cobertura universal. Ya no existe razón alguna para concebir a un enfermo con dolor y sufrimiento.

No obstante que los cuidados paliativos y el manejo del dolor ya están en la agenda nacional y los esfuerzos realizados en nuestro país son dignos de reconocer, todavía requerimos avanzar en otros componentes fundamentales. La puesta en práctica de esta materia requiere ir mucho más allá de los andamiajes legales, y demanda cerrar la brecha entre la necesidad y la provisión del servicio. Es esencial la implementación de políticas públicas para integrar las clínicas del dolor y los cuidados paliativos a los sistemas de salud y la accesibilidad del primer nivel de atención.

De acuerdo con los concesos internacionales, el acceso a tratamientos del dolor es un derecho humano, lo que exige a los países trabajar por un acceso universal a drogas lícitas necesarias para aliviar el dolor y el sufrimiento y así dignificar la vida humana hasta sus últimos días.

La agenda global para que se puedan poner en marcha sistemas efectivos para el tratamiento del dolor y cuidados paliativos establece como metas para los países:

• Revisar y corregir las leyes

• Etiquetar recursos

• Integrar en el cuadro básico de medicamentos los fármacos esenciales para cuidados paliativos y manejo del dolor

• Simplificar el acceso a los mismos

• Desarrollar guías y protocolos nacionales

• Desarrollar investigación focalizada

• Lo más importante: la formación de capital humano

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en el mundo mueren alrededor de 56 millones de personas al año por enfermedades crónico-degenerativas, y apunta que el 60% de ellas pudo haberse beneficiado de los cuidados paliativos. En México mueren al año 377 mil personas por enfermedades crónico-degenerativas. Utilizando el parámetro de la OMS, en nuestro país el número de pacientes susceptibles de atención paliativa ascendería a 226 mil anualmente.

A partir del método de cálculo de personal capacitado y entrenado en cuidados paliativos que utilizó la American Academy of Hospice and Paliative Medicine (AAHPM), se determinó que por cada paciente elegible a estos cuidados, se requiere un médico tratante, un médico asistente y una enfermera capacitada. Con ello, se calculó el déficit de personal especializado en los Estados Unidos. Retomando el método de AAHPM en México, requerimos alrededor de 680 mil personas con conocimiento en materia de cuidados paliativos y manejo del dolor para atender correctamente a la población.

Según un informe de Human Rights Watch (HRW), al día de hoy sólo seis de las 102 facultades de medicina en México ofertan cursos sobre cuidados paliativos para estudiantes de medicina de pregrado, de los cuales sólo dos son de carácter obligatorio.

Proveer de cuidados paliativos de calidad implica contar con equipos multidisciplinarios con conocimientos, capacidades, habilidades y destrezas distintas. Habrá que agregar a las currículas de los profesionales de salud en pregrado programas de formación alineados a las necesidades presentes y futuras, y que las instituciones de educación superior que cuenten con las carreras de medicina, enfermería, psicología, nutrición, entre otras, modifiquen sus paradigmas. Mientras no se modifique el paradigma y no se asuma la responsabilidad en las instituciones educativas, difícilmente contaremos con el capital humano que se requiere en el país para dar adecuada respuesta a este problema.

Para ello, bien vale la pena tomar en cuenta lo señalado por Laura Magaña, miembro de la Organización Panamericana para la Salud, quien, en materia de enseñanza, la práctica pedagógica tendrá que: “(…) integrar metodologías didácticas centradas en el aprendizaje, en la solución de problemas y estrechar la relación entre teoría y práctica (…) Es decir, modalidades flexibles para la capacitación y la actualización”.

En el año 2050 cerca de 28 millones de mexicanos tendrán más de 60 años. Por ello en nuestro país es impostergable el diseño de nuevas políticas públicas, para que en los sistemas de salud de primer nivel se preste el servicio de cuidados paliativos y clínicas del dolor. El objetivo es que todos los pacientes que requieran atención en México puedan tener acceso a una atención de calidad, muerte digna y sin dolor.

Requerimos de un ejército para atender al grueso de la población y garantizar mayor cobertura. Para esto debemos de emprender estrategias complementarias cuanto antes. Puesto que las necesidades son inmediatas, se debe aprovechar el recurso humano ya existente, y potenciar la atención primaria, con capacidad para resolver la mayor parte de los problemas, dejando escalar al tercer nivel únicamente a aquellos casos que lo ameritan.

No podemos dejar de lado, y no es menos importante, el rol que ocupa la ciudadanía, y es necesario proponer esquemas de capacitación para los ciudadanos que se convierten en cuidadores y documentar experiencia colectiva para fortalecer, optimizar recursos, talento e infraestructura que beneficien al paciente y su familia.

No hay que olvidar que debemos trabajar en la elaboración de guías y programas nacionales que ayuden a unificar la enseñanza y el conocimiento a todos los niveles, que aseguren la equidad de atención en todo el país.

Ante el inminente cambio demográfico, estamos a tiempo de tomar medidas que ofrezcan soluciones efectivas y oportunas. La prioridad está en la formación de recurso humano calificado, capaz de responder a las necesidades. No debemos esperar a que el destino nos alcance; los costos sociales y económicos de una visión a corto plazo pueden ser graves. Es preciso tomar las medidas necesarias que contribuyan al mejor control de una de las emergentes necesidades de salud pública en nuestro país.

Mariana Navarro
Coordinadora del Centro de Apoyo de Atención Integral, Instituto Nacional Cancerología.
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