Se ha dado a conocer esta semana que el Partido Acción Nacional, El Partido Revolucionario Institucional y el Partido de la Revolución Democrática, estos partidos de oposición han formado una alianza electoral para enfrentar a Morena en los comicios que se llevarán a cabo en el año 2021. Se trata, dicen sus promotores, Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano, de una gran estrategia político electoral para arrebatarle a Morena la mayoría legislativa y ser competitivos en los estados donde habrá de elegirse a nuevos Ejecutivos estatales.
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El PAN y el PRD ya se habían aliado en distintas ocasiones para derrotar al PRI, cuando éste era el poderoso enemigo a vencer, logrando numerosos resultados exitosos. Ahora lo inédito es que el PRI haya construido una amplia alianza con el PAN y con el PRD para llevar a cabo lo mismo de lo que se quejaba que le hacían, cuando lo enfrentaban dos o más partidos juntos.
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En las democracias avanzadas, argumentan los defensores de la alianza, se forman igualmente coaliciones que permiten obtener importantes triunfos electorales; y a partir de éstos, la construcción de agendas de gobierno plurales, donde las ideologías de los partidos políticos inciden en la formación de políticas públicas desde perspectivas ampliadas.
Lo patético del caso en nuestro país es que no ha habido una sola alianza de oposición de este tipo que haya arrojado como resultado una agenda amplia de gobierno, y con base en la cual se hayan generado nuevas alternativas de desarrollo, prosperidad y cumplimiento generalizado de los derechos de los gobernados.
Los resultados están a la vista. Este tipo de alianzas entre partidos con ideologías desdibujadas, lo único que han permitido es la formación de grupos políticos rapaces, que en lo local se apoderan de amplios enclaves de poder, y que terminan por minar la confianza de la ciudadanía en la democracia y en la construcción de nuevos modelos institucionales de gobierno para México.
El caso de Guanajuato es quizá el mayor ejemplo de lo patético de la alianza que se propone. No debe olvidarse que el actual gobernador, Diego Sinuhé Rodríguez Vallejo fue elegido precisamente como parte de una alianza local, a todas luces vergonzosa y vergonzante para el PRD, partido que no obtuvo un solo cargo de relevancia en el gabinete, y ya no se diga que ha tenido alguna capacidad de incidencia en la integración de políticas locales eficaces.
Desde hace tres años, Guanajuato, que es gobernado por la alianza del PAN y del PRD, se ha convertido en el estado más violento de México, y en el cual se tendrá este 2020, por ejemplo, una cifra superior a los 4,500 homicidios dolosos; con un saldo adicional de más de 2,500 personas desaparecidas; y con decenas de fosas clandestinas de donde se han recuperado más de 200 cuerpos.
¿Para eso van ahora en alianza nuevamente? ¿Para qué se suma el PRI? LA respuesta es simple: para pelear por cargos y espacios de poder que les permitan mantener intactos los magros intereses que aún representan, y en la medida de lo posible, ampliarlos sin ninguna otra propuesta de gobierno que la lógica del “quítate tú, para ponerme yo”.
Lo patético de esta alianza de oposición se encuentra también en que, ante la desastrosa gestión que está teniendo Morena en prácticamente todos los frentes del gobierno, sobre todo en materia de salud y en el terreno económico, la única opción que pueden generar estos partidos políticos es la de coaligarse sin proponer una plataforma alternativa de gobierno que nos permita superar los profundos problemas estructurales que tiene nuestro país.
Los dirigentes de los partidos coaligados se quejan amargamente de que el Presidente de la República los está apabullando; que Morena se ha convertido en lo que antes era el PRI; y de que hay una concentración excesiva del poder en un solo hombre.
Pero si lo anterior ocurre, porque es real, es justamente porque ellos han fracasado rotundamente en la construcción de nuevos liderazgos legítimos; porque carecen de una agenda viable para México, y sobre todo, porque moralmente representan lo peor de la clase política de nuestro país.
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Director editorial de México Social
Frase clave: Una oposición patética
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