¿Cómo se vislumbra la capacidad para anticipar, afrontar y gestionar el mapa de riesgos? Con estas preguntas cerré mi colaboración anterior aquí en México Social , donde comenté que es necesario dar la cara a nuestras urgencias en línea con las correcciones e innovaciones que suponen los riesgos de los próximos años.
Escrito por: Enrique Provencio D.
En el cuadro pueden verse los principales riesgos identificados a corto y largo plazo, de acuerdo a la fuente utilizada, entre los que destaca en lo inmediato el incremento en el costo de la vida. Llama la atención que a pesar de la emergencia provocada por la inflación y la continuación de la guerra ruso – ucraniana, cinco riesgos ambientales aparezcan como parte de los diez primeros en el corto plazo.
Diez primeros riesgos globales, ordenados por su severidad, a corto y largo plazo
A dos años (2023-2024) | A diez años (2033) |
1 Costo de la vida | 1 Fallas en la mitigación de cambio climático |
2 Desastres y eventos climáticos extremos | 2 Fallas en la adaptación al cambio climático |
3 Confrontaciones geoeconómicas | 3 Desastres y eventos climáticos extremos |
4 Fallas en la mitigación de cambio climático | 4 Pérdida de biodiversidad y colapsos ecosistémicos |
5 Erosión de la cohesión social y polarización social | 5 Migración involuntaria a gran escala |
6 Incidentes de daño ambiental a gran escala | 6 Crisis de recursos naturales |
7 Fallas en la adaptación al cambio climático | 7 Erosión de la cohesión social y polarización social |
8 Generalización del cibercrimen y la ciber inseguridad | 8 Generalización del cibercrimen y la ciber inseguridad |
9 Crisis de recursos naturales | 9 Confrontaciones geoeconómicas |
10 Migración involuntaria a gran escala | 10 Incidentes de daño ambiental a gran escala |
¿Qué tan confiable es esta jerarquización de riesgos y que tanto puede tomarse como guía en la preparación para el futuro cercano? Es, sin duda, solo una pista indicativa, que tiene que adaptarse a las situaciones nacionales. Nouriel Roubini dice en su libro Megamenazas, que la percepción de los riesgos es muy cambiante e incierta, y que si en el Foro Económico Mundial de Davos “todo el mundo cree que va a suceder algo —ya sea bueno o malo—, es muy probable que estén equivocados”. Por su lado, Vaclav Smil somete a discusión la capacidad actual para anticipar riesgos en su reciente libro Cómo funciona realmente el mundo, y argumenta que solo en ciertos casos, como en el de las tendencias demográficas, se puede anticipar con certeza la dirección de los procesos que involucran muchas interdependencias.
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Lo que es indiscutible es la necesidad de mejorar tanto la capacidad de anticipación como la de prevención y preparación ante los riesgos más probables, de tenerlos presente, al menos, en los debates públicos. En el Reporte global de riesgos 2023 hay una valoración de las preparación para enfrentar los riesgos globales que no sorprende: a mayor alcance y severidad se identifica una capacidad menos efectiva, sobre todo en lo que atañe a la crisis ambiental, la migración involuntaria, la desinformación, la pérdida de cohesión social, la concentración del poder digital, el deterioro de la salud mental y otros riesgos crecientes.
Pese a tantas incertidumbres que prevalecen sobre los riesgos, hay aprendizajes muy claros en varios aspectos. Uno de ellos es la necesidad de invertir en el conocimiento de la vulnerabilidad ante las principales amenazas, y para ello se requiere no solo la promoción de la investigación, sino señales gubernamentales que la orienten. Las mejores formulaciones sobre tendencias, escenarios, afectaciones potenciales, posibles costos humanos y económicos, medidas de prevención ante los riesgos, entre otros aspectos, han surgido de los consorcios y las redes de elaboración, como lo deja ver la experiencia de más de tres décadas del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, en el que han colaborado decenas de miles de científicos de cientos de instituciones, con un procedimiento transparente y en estrecha coordinación con los gobiernos y con la ONU.
Este modelo se está replicando en diversos temas, como en biodiversidad, gestión integral de riesgos, y otros. En México también hay experiencias exitosas de instituciones público – académicas dedicadas a la investigación orientada a la formulación de mejores políticas, como es el Centro Nacional de Prevención de Desastres, la Comisión para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad o el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, aunque las tres están castigadas presupuestalmente y las últimas dos estén desvirtuadas y casi nulificadas.
Podríamos conocer mejor nuestras tendencias, tomar decisiones que articulen mejor las urgencias con los riesgos futuros, anticipar y prevenir mejor, pero eso supone cierto aprecio por el conocimiento y por el diálogo público. En los próximos meses veremos diversas iniciativas para perfilar plataformas y programas para lo que resta de la década, y esto será una oportunidad para considerar no solo las urgencias sino también los riesgos de mayor alcance.
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