La Organización Mundial de la Salud exhorta a las naciones a no sacrificar la seguridad ni la eficiencia de las vacunas del COVID-19 en la búsqueda de ser las primeras en fabricarla. A cambio de la velocidad, los riesgos pueden llegar a ser muy altos.
Por: Laura Ilarraza / @IlarrazaLaura
Vladimir Putin, Donald Trump e incluso el gobierno de México han anunciado grandes avances en el desarrollo y la aprobación de vacunas contra el COVID-19. Frente a ello, la OPS ha afirmado que no adquirirá una inmunización que no cumpla con los ensayos requeridos.
La OMS tiene registrados 160 proyectos de vacunas actualmente, y más de 20 de ellos se encuentran en la fase de pruebas clínicas.
“Necesitamos seguir invirtiendo y acelerando el desarrollo de tratamientos y vacunas sanas y efectivas que nos ayuden a reducir la transmisión y las muertes por COVID-19 en el futuro. Pero apresurar el progreso no quiere decir arriesgar la seguridad”, declaró Tarik Jasarevic, portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En medio de este contexto de avances y declaraciones, Tedros Adhanom, director general de la OMS, afirmó que elegir ganadores es una apuesta arriesgada que puede resultar muy cara. Las naciones deben actuar unidas para desarrollar las vacunas y diagnósticos para así poder asegurar que todas las personas de todo el mundo tengan acceso a la cura de la enfermedad, señaló.
De acuerdo con Tedros, ya hay nueve vacunas candidatas en el Fondo de Acceso Global para Vacunas COVID-19, conocido como COVAX, las cuales ya han avanzado en sus pruebas y se encuentran las fases 2 o 3. Asimismo, se están evaluando más de 50 pruebas.
Informó también que el FMI estima que la pandemia le cuesta al mundo 375 mil millones de dólares cada mes y predice una pérdida total en dos años de 12 billones de dólares.
Para la OMS, la solución se encuentra en invertir de manera conjunta en el acelerador de herramientas COVID-19, una iniciativa del G20. Adhanom dijo que es urgente invertir 71.3 mil millones de dólares en el acelerador, pues se trata de la única iniciativa global que impulsa el desarrollo global de las herramientas necesarias para acabar con la pandemia.
“El desarrollo de vacunas es largo, complejo, arriesgado y caro. La mayoría falla y se necesitan muchas candidatas hasta encontrar una solución. La competencia crea riesgos”, enfatizó.
Agregó que no se podrá reactivar la economía global si no se termina con el virus en todos los países.
Vladimir Putin anunció que Rusia ya había aprobado la primera vacuna contra el COVID-19. La vacuna se llama Sputnik V, en honor al satélite Sputnik, y ha sido desarrollada por el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya.
La vacuna rusa podría empezar a aplicarse el mes próximo (septiembre) y daría inmunidad por dos años a las personas inoculadas, informó la OPS.
No obstante, la OMS ha declarado que la vacuna “debe seguir todos los trámites de precalificación y revisión establecidos por la Organización”. La organización se ha puesto en contacto con las autoridades sanitarias rusas, para revisar que la precalificación del tratamiento incluya “la revisión y evaluación rigurosas de los datos sobre seguridad y eficacia obtenidos mediante las pruebas”.
Kiril Dmítriyev, titular del Fondo de Inversión Directa de Rusia, declaró que más de 20 países la han solicitado. Esto significaría la adquisición de mil millones de dosis.
Por su parte, el gobierno estadounidense llegó a un acuerdo con Moderna Therapeutics para fabricar al menos 100 millones de dosis de otra vacuna.
También Johnson & Johnson ha hecho público que está desarrollando una vacuna en colaboración con su filial belga Janssen y se empezarán ensayos a gran escala a principios de octubre.
Finalmente, también se dio a conocer que México y Argentina producirán la vacuna de Oxford y AstraZeneca, tras un acuerdo entre el laboratorio y la Fundación Slim. Este convenio contemplaría la entrega de entre 150 y 250 millones de vacunas en América Latina.
La Organización Panamericana de la Salud es categórica al afirmar que no adquirirá una vacuna que no haya seguido los pasos correspondientes y obtenido la autorización de la OMS.
“No se puede utilizar una vacuna o medicamento sin que se cumplan todas las etapas”, declaró Jarbas Barbosa, subdirector de la agencia regional.
Indicó que el desarrollo de vacunas sigue en todo el mundo un proceso estandarizado que incluye tres fases de ensayos clínicos.
“La autoridad regulatoria analiza la calidad y revisa rigurosamente todos los datos de las pruebas clínicas porque ésta es la garantía de que una vacuna es segura y eficaz”, puntualizó.
Insistió en que todas las vacunas deben ser precalificadas por la OMS, organismo encargado de revisar su seguridad y calidad.
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