En Este nuevo atículo, Mónica Muñoz te invita a reflexionar sobre viajeras y viajes, desde la perspectiva de la historia del arte.
Sigue a la autora: Mónica Muñoz Carmona*, en Twitter: @Monimunoz_mx
El aventurarnos a conocer y ver nuevos lugares es algo que demuestra nuestra gran curiosidad como el encontrarnos con nuevas vivencias, aventuras, odiseas… Todo sea por incrementar la emoción de vivir, el goce de conocer lo nuevo. Los buenos viajes ilustran y enriquecen y más a los ilustrados. Nos hacen descubrir nuevos lugares, otras culturas, valorar y apreciar mejor la vida.
Hoy en día viajamos fácilmente, inclusive los trayectos son más cortos que otros siglos en los que no había aviones. Hoy también tenemos celulares, cámaras, y muchos artefactos tecnológicos a la mano que a través de ellos podemos capturar infinidad de paisajes, y bellas fotos, a veces hasta en exceso… pero te has preguntado ¿qué pasaba cuando no existía esto? La gente tenía que recurrir a ilustrar y escribir diarios de viajes a manera de narrar las crónicas del recorrido.
De hecho, los diarios de viaje permitieron un diálogo fresco y espontáneo entre el artista y su experiencia. El dibujo sirvió para plasmar lo que se observaba con calma, reflejar los detalles y descubrirlos con una nueva mirada; el dibujo es testigo de esa mirada atenta y retenerlo en la memoria. Otra alternativa es leer los libros de viajes, y a través de ellos recrear en nuestra mente esos escenarios y vivencias como si uno lo estuviera haciendo. La literatura dejó buena constancia de esas maravillosas experiencias.
Pero no todas las historias de viajes son de hombres, también contamos con un gran un legado femenino, como dice muy acertadamente Sandra Ferrer Valero, en su libro Mujeres en la historia: “Hubo un tiempo en el que viajar se convirtió, para las mujeres, en una manera de reivindicar su libertad. Viajar se convirtió en una manera de vivir para muchas; para otras una vía de escape ante los agobiantes encorsetamientos sociales; y para otras una divertida forma de superar retos”. (Valero, 2017) Sin duda, muchas mujeres a lo largo de la historia también arriesgaron su vida en sus viajes.
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La monja Egeria (o Eteria) vivió en el siglo IV en la parte occidental del Imperio Romano en la provincia de Gallaecia (hoy Galicia y entonces provincia romana de Hispania). Sabemos de ella gracias a las cartas que escribió a sus hermanas del monasterio del que en algún momento salió para emprender su viaje que se dio entre los años 381 al 384; un largo viaje pues aprovechando las calzadas romanas, visitó Constantinopla, Mesopotamia, Jerusalén, Siria, Egipto; justamente su viaje termina en Constantinopla. Por eso también se deduce que fue monja y que perteneció a una familia de gran linaje, más por su conocimiento del griego y geografía.
En esas cartas nos cuenta sobre sus experiencias de viaje, aunque también algunas de ellas se perdieron, la mayoría explicarían la continuidad de ese largo viaje. En ese contexto era peligroso viajar sola y más siendo mujer, por lo que se cree que para emprender esa difícil aventura y gozar de la protección de reyes, obispos, soldados, seguramente Egeria pudo haber sido la hija del emperador de Oriente Teodosio I y su primera esposa. Seguramente Egeria fue una mujer valiente, aventurera pues en su época no cualquier mujer pudo hacer eso.
Egeria quedó sepultada en el olvido, y por un tiempo solo se conoció una referencia suya gracias a una carta que San Valerio escribió a los monjes del monasterio de El Bierzo. Sería hasta 1903 cuando Mario Ferotín publica un estudio en la Revista de Cuestiones Históricas y atribuyó esos textos a Egeria. En la “Peregrinación o Itinerario” falta parte del inicio en donde narra sus aventuras, y del final donde ya hace una descripción más concreta de los lugares visitados, y las liturgias efectuadas en los templos que visitó.
Puedes ver aquí la cápsula del Museo del Prado, sobre la obra: “La esclava”
Ida nace en Viena en 1797, perteneció a una familia de clase media, rodeada de muchos hermanos varones. Mientras vivió su papá disfrutó de su niñez con libertad, pero al fallecer este, su madre quiso hacer de ella una dama que siguiera las típicas normas sociales de la sociedad del siglo XIX. Se casó con un Dr. Pfeiffer, un viudo veinticuatro años mayor, con una buena posición en el gobierno de Viena. Años más tarde sería acusado de corrupción, por lo que Ida decidió separarse. Siendo madre de dos hijos, vivió siendo muy infeliz durante ese matrimonio. Entonces, al fallecer su madre, la oportunidad se presenta para Ida. Recibió una herencia y con ella decidió hacer realidad su sueño de viajar dejando a su familia, y viajar sola con el mínimo de equipaje.
Durante diecisiete años se aventuró a dar la vuelta al mundo en dos ocasiones, llegando a sufrir de agotamiento, sed, hambre y hasta la amenaza de piratas y grupos de salteadores. Cada vez que regresaba de sus viajes se ponía a escribir sobre sus experiencias; de hecho, la necesidad de justificar sus viajes se puede percibir en sus primeros escritos. Aprendió a hacer fotografías con daguerrotipo, y los museos de Historia Natural de Viena y Londres colaboraron y apoyaron algunas de sus expediciones pues conseguía para ellos algunos especímenes de flora y fauna de todos aquellos lugares que visitaba. Corrió peligro en algunos lugares e inclusive le tocó conocer y huir de los caníbales, los famosos bataks de Sumatra.
Puedes ver la cápsula del Museo del Prado: “Después del baño, desnudo de mujer”
Sus libros se convirtieron en un éxito de ventas, e inclusive fueron traducidos en varios idiomas y la consagraron como una auténtica viajera. Falleció en 1858… pero como todo una viajera exploradora, ¡viajó hasta que ya no pudo más!
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Las de Egeria e Ida fueron vidas intrépidas y fascinantes. Ellas nos hacen reflexionar sobre los viajes o la idea de viajar, sus dificultades, oportunidades… Preguntarnos si nos gusta hacerlo y cómo; si es posible hoy en día con la situación económica o no; si viajamos continuamente y si preferimos distancias cortas, o emprendemos viajes a lugares lejanos. Incluso preguntarnos si conocemos algún destino interesante, pero que ahora mismo resulta peligroso; si existen agencias de viajes sólo para mujeres… ¿es fácil que cualquier familia pueda viajar?
Sin duda, con esta pandemia, uno de los sectores que se vio más afectado justamente fue el del turismo. La tragedia impactó a países de primer mundo y afectó de manera grave a aquellos con una economía emergente. “A nivel mundial, el turismo sustenta uno de cada diez puestos de trabajo y proporciona medios de vida a muchos millones de personas”, señala la ONU. Por otra parte, me pregunto si la crisis económica originada por la pandemia nos permitirá el poder visitar países, lugares, etc.
Mónica Muñoz Carmona es Doctora en Historia del Arte y académica en diferentes instituciones de educación superior.
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He leido vuestro post con mucha atecion y me ha parecido util ademas de bien redactado. No dejeis de cuidar este blog es buena.
Saludos