por Mario Luis Fuentes
Han pasado 30 años de que se confirmó el primer caso de VIH-SIDA en México; a la fecha, se estima que hay alrededor de 170 mil personas con esta enfermedad; cada año fallecen en promedio 4,922 personas por esta causa, lo que implica un promedio diario de 13 defunciones. Los estados con mayores tasas de mortalidad por este padecimiento son: Veracruz, Baja California, Tabasco, Quintana Roo y Campeche.
El pasado domingo se conmemoró el Día Mundial de la Lucha contra el VIH-SIDA; sin duda, se trata de uno de los problemas de salud pública de mayor relevancia a nivel mundial. América Latina es considerada, por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), como una de las pioneras y de mayor eficacia en la prevención y acceso al tratamiento de antirretrovirales.
En efecto, de acuerdo con la OPS, en nuestra región hay alrededor de 725 mil personas que reciben tratamiento oportuno con antirretrovirales, cifra equivalente al 75% del total de quienes deberían recibir este tipo de atención, y un porcentaje elevado si se compara con el resto de las regiones del mundo.
Dentro de la región, México se encuentra entre los siete países que han alcanzado una cobertura con tendencia a un acceso universal (superando el 80% de la cobertura potencial). Los otros seis países en este grupo son: Argentina, Barbados, Brasil, Chile, Cuba y Guyana.
El primer caso confirmado en México fue notificado por la Secretaría de Salud en el año de 1983, por ello, a 30 años de su “aparición oficial”, es importante llevar a cabo un corte y dimensionar los retos que tenemos como país en esta compleja agenda.
La magnitud de la epidemia en el país
La epidemia del VIH-SIDA en México se encuentra en una fase de estabilización; es decir, aún cuando el número de casos confirmados ha crecido en números absolutos, en los últimos 10 años las tasas de morbilidad y mortalidad a causa de este padecimiento se han mantenido estables.
A pesar de ello, las cifras son bastante elevadas. Al cierre del año 2012, se contabilizan en el país 170 mil personas viviendo con VIH, de las cuales, 9 mil se infectaron precisamente el año pasado. Del total de casos notificados, también al cierre del 2012, había 109,265 personas que siendo portadores del VIH-Sida se encontraban vivas.
Debe señalarse que la mayor incidencia de esta enfermedad se da entre personas jóvenes o muy jóvenes. El grupo de edad en el que mayoritariamente se presentan los contagios es el que va de los 30 a los 39 años; en ese grupo se concentran 59,505 personas infectadas con el VIH-SIDA, cifra que representa el 36% de todos los casos registrados; esto significa que una de cada tres personas con VIH en el país se concentra en ese segmento etario.
En segundo lugar se encuentra el grupo que va de los 20 a los 29 años de edad; entre ellos se contabilizan 46,316 personas infectadas con VIH-Sida; 16,450 entre los 20 y los 24 años; y 29,866 entre los 25 y los 29 años. Al respecto debe hacerse notar que, si se separa a la población en grupos quinquenales, éste sería el segundo más numeroso en lo que a las personas enfermas de VIH se refiere. En este grupo se concentra el 27.8% del total.
En tercer lugar se encuentra el grupo de edad que va de los 40 a los 49 años; entre ellos se contabilizan 32,777 casos de personas enfermas de VIH-SIDA; esta cifra representa al 19.7% del total, es decir, uno de cada cinco casos se ubican en este segmento etario.
Desigualdades estatales
De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística, la tasa de mortalidad por VIH-SIDA en México se ubica en 4.46 defunciones por cada 100 mil habitantes. Este indicador tuvo su pico más alto en el año 2007 cuando se ubicó en 4.7; y sus picos más bajos en los años 2002, 2005 y 2010, en los que la tasa fue de 4.3 decesos por cada 100 mil habitantes.
A pesar de esta tendencia que puede calificarse como “estable estadísticamente”, hay entidades de la República con indicadores muy superiores. Los casos extremos se encuentran en los estados de Veracruz y Baja California, en donde la tasa de mortalidad por VIH-SIDA es de prácticamente el doble que el promedio nacional. En efecto, entre los años 2003 y 2012, la tasa promedio en estos estados fue de 9.1 y 9 defunciones por cada 100 mil habitantes, respectivamente.
Otras entidades con tasas significativamente superiores al promedio nacional son: Tabasco, con 8.8 decesos por cada 100 mil habitantes; Quintana Roo con 8.1; Campeche con 6.1; Colima con 6; Baja California Sur con 5.9; Nayarit con 5.9; Distrito Federal con 5.6; Guerrero y Chihuahua con 5.4 defunciones por cada 100 mil habitantes cada uno.
Un mal controlado, pero letal
A pesar de que como se observa en las estadísticas oficiales la tasa de mortalidad se ha mantenido estable prácticamente desde 1997, hasta la fecha, el número absoluto de defunciones por VIH-SIDA se ha incrementado de manera importante, hasta llegar a niveles similares a la mortalidad generada por el cáncer de cérvix.
En efecto, entre los años 2003 y 2012 han fallecido por este padecimiento un total de 49,227 decesos por esta enfermedad, lo cual implica un promedio anual de 4,922 casos; es decir, un promedio diario de 13 defunciones por el VIH-SIDA, lo cual muestra la magnitud del reto que persiste y de la enorme cantidad de acciones que aún hace falta por llevar a cabo.
Otra opción de análisis que permite saber qué está pasando en los estados respecto a la mortalidad por VIH, es considerar el número de defunciones por esta causa, respecto del total de las defunciones registradas anualmente. Así, estimando la proporción de muertes por la causa señalada respecto del total, lo que se encuentra es que éstas representan el 0.9% de los decesos acaecidos en el país entre los años 2003 y 2012.
La entidad con mayor proporción es Quintana Roo, con 2.7%; Tabasco con 2.1%; Baja California con 2%; Veracruz con 1.7%; y Campeche con 1.4%. Al respecto no deja de llamar la atención que cuatro de los cinco estados con mayor proporción de defunciones por VIH estén ubicados en el Sur-Sureste del país.
Más hombres que mujeres
Desde su aparición, el padecimiento del VIH-SIDA ha afectado mayoritariamente a los hombres. En efecto, los datos de CENSIDA indican que la prevalencia de la enfermedad es de hasta cinco veces mayor entre las personas del sexo masculino que entre las de sexo femenino; y esta tendencia se acentúa sobre todo entre las personas jóvenes, ubicadas entre los 20 y los 24 años de edad.
Al respecto es interesante observar que a partir del año 2007 hay una acelerada disminución en la prevalencia del padecimiento entre las mujeres del grupo de edad señalado, al haber pasado de 2.7 casos por cada 100 mil mujeres en esa fecha, a una tasa de 0.8 casos por cada 100 mil en el grupo de edad en el 2012.
Por el contrario, la tasa registrada entre los hombres que tienen entre 20 y 24 años de edad ha sido elevada, y se ha mantenido prácticamente constante al haberse presentado un indicador de 6.77 casos por cada 100 mil en el grupo de edad, en el año 2007; frente a una tasa de 6.23 en el año 2012.
La prevención, la clave
Desde que se tiene registro del primer caso confirmado de VIH-SIDA en México, en el año de 1983, la principal causa de contagio ha sido el contacto sexual; sin embargo, con el paso del tiempo esta tendencia se ha acentuado, con cambios sumamente relevantes; así, mientras que en el año de 1990 el 81.6% de los casos fueron contagiados por contacto sexual, para el año 2000, la proporción creció a 96%; ubicándose en poco más del 98%, el dato más alto en estas tres décadas, de contagios por contacto sexual.
Estos datos revelan la relevancia de no bajar la guardia en las campañas de prevención, y en la intensificación de las acciones para garantizar el acceso universal a preservativos y a campañas informativas sobre el ejercicio responsable de la sexualidad, sobre todo, como ya se vio, entre la población más joven.
*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 03- Diciembre- 2013, p.26
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