El ejercicio periodístico es un componente vital para el mantenimiento de la salud dentro de un sistema democrático. El llamado cuarto poder, sobre todo si es libre e independiente, actúa como uno más de los contrapesos que evitan la concentración excesiva del poder en una persona o en una camarilla, ya que ejerce una vigilancia permanente sobre las actuaciones de los protagonistas del espacio público. Es cierto, a veces esa vigilancia puede ser excesiva, hasta violar derechos como el de la privacidad; pero los profesionales de la política deben aceptar que con el cargo y las obligaciones deben aceptar que “están sujetas a un tipo diferente de protección de su reputación o de su honra frente a las demás personas, y correlativamente, deben tener un umbral mayor de tolerancia ante la critica.” Así dice una tesis de la Suprema Corte de Justicia (Semanario Judicial de la Federación, libro 5, abril de 2014, Tomo 1, pág. 806).
Escrito por: Luis Miguel Rionda
Es natural que la crítica cause molestia, e incluso enojo, en el criticado. Pero si se trata de un servidor público éste debe mantener su ecuanimidad y buen juicio, pese a todo. Si se trata de una difamación o calumnia, ese servidor cuenta con recursos legales para cuidar de su honra personal. Pero con frecuencia es más sabio mantener la boca cerrada, antes que proveer a los críticos con más metralla discursiva. La política de altura debe ser una actividad discreta, no un show de tres pistas.
Pero en los últimos cuatro años hemos presenciado un escalamiento en la violencia verbal hacia la crítica, pero muy en particular contra el periodismo nacional. El ejemplo cotidiano lo podemos encontrar en las mañaneras presidenciales, donde incluso se han publicado listas de los periodistas “conservadores”, “enemigos de la 4T”, “fifís” y demás descalificativos.
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El reciente ataque contra la vida del periodista Ciro Gómez Leyva exhibe hasta qué punto se ha extremado esta situación. Es evidente que los criminales fueron contratados por alguien que se ha sentido agraviado por comentarios del presentador ancla del noticiero nocturno de Imagen TV. Y son públicos los desacuerdos que Ciro ha tenido con muchos actores de la política nacional. Pero la crítica no debe ser respondida con balazos, sino con razones. El intento de asesinato pone en evidencia la desesperación de los sedicentes agraviados, que desde la oscuridad cobarde atentan contra vida de un artesano de la palabra, de un investigador de la cotidianidad.
Es terrible que el oficio del periodismo sea hoy una labor de alto riesgo en nuestro país. Y más aún cuando los perpetradores no sólo se encuentran entre los delincuentes consuetudinarios, sino que al parecer también entre la clase política, cada vez más intolerante a la crítica. Lo triste es que estas quejas no son consideradas seriamente en la estrategia nacional de seguridad pública, lo que nos hace mantener una actitud atenta y vigilante a los que nos atrevemos a criticar al poderoso.
Post scriptum: Felicidades a mis amigos Arnoldo Cuéllar, Kennia Velázquez, Marcos Vizcarra y Verónica Espinosa, ganadores del Premio Nacional de Periodismo 2021.
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(*) Antropólogo social. Profesor de la Universidad de Guanajuato, Campus León, Departamento de Estudios Sociales. @riondal – FB.com/riondal – https://luismiguelrionda.academia.edu/
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