Mario Luis Fuentes

La violencia homicida se mueve y cambia de territorios

Esta semana, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer las cifras definitivas relativas a la violencia homicida en el país hasta el año 2018.


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De acuerdo con la información del Instituto, en el 2018 hubo 36,685 víctimas de homicidios intencionales, misma que contrasta con el registro de 33,369 víctimas contabilizadas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública; entre ambas cifras hay una diferencia de 9.9%.

Esta consideración es relevante pues, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo, hasta el 30 de septiembre de 2019 se habían contabilizado 25,890 víctimas de homicidio doloso, registradas en carpetas de investigación; cifra que equivale a un promedio mensual de 2,876 personas asesinadas.

Por lo anterior, si se mantuviesen niveles similares de violencia el resto del año, la cifra preliminar podría ubicarse en al menos 34,520 víctimas de homicidio intencional; y si el diferencial respecto del INEGI se mantiene constante, la cifra real aproximada para este 2019 sería de aproximadamente 37,972 víctimas, es decir, un promedio diario de 104 personas asesinadas

Debido a ello, al combatir el crimen, y particularmente el crimen organizado se enfrenta el enorme reto de seguir sus rutas, pero también de anticipar sus movimientos y cambios de actividades, a fin de no solo actuar de manera reactiva, sino ante todo, evitar que los delitos sean cometidos. Y es que en la fenomenología delictiva cuenta no sólo la actividad de la autoridad, sino también la disputa de grupos criminales entre sí.

Una lógica criminal compleja

Desde esta perspectiva es importante considerar que la estrategia del Gobierno Federal, de dejar de perseguir delincuentes que son considerados líderes de bandas criminales, encuentra su límite en la propia lógica de la delincuencia, la cual es siempre expansiva y busca no sólo desplazar, sino aniquilar a sus competidores.

Esto explica en buena medida por qué la violencia homicida se ha desplazado rápidamente de unos a otros estados de la República; y por qué entidades que con anterioridad no enfrentaban graves riesgos o peligros hoy están convertidas en auténticos campos de batalla con impresionantes niveles de derramamiento de sangre.

Puede comentarse que uno de los temas que debe ser explicado es, por qué, a pesar de que el gobierno de México ha decidido no ir más detrás de “grandes capos”, la violencia homicida se ha incrementado a niveles nunca antes vistos.

Frente a ello, es posible plantear como hipótesis el hecho de que ahora, una vez que los criminales saben que no son objetivos prioritarios de la autoridad, pueden dedicarse de tiempo completo a delinquir y ampliarlos territorios en que tienen control, lo cual implica dedicar el 100% de su tiempo y recursos, no solo a desplazar, sino a aniquilar a sus competidores.

Frente a ello, es posible plantear como hipótesis el hecho de que ahora, una vez que los criminales saben que no son objetivos prioritarios de la autoridad, pueden dedicarse de tiempo completo a delinquir y ampliarlos territorios en que tienen control, lo cual implica dedicar el 100% de su tiempo y recursos, no solo a desplazar, sino a aniquilar a sus competidores.

En esa lógica cabrían dos posibilidades: a) la violencia homicida continuará una escalada de proporciones desconocidas, y que es escalofriante imaginar, hasta que la autoridad decida nuevamente intervenir; o, b) uno o varios grupos lograrán, en el mediano plazo, derrotar a sus enemigos, e imponer una nueva “pax narca”. En cualquiera de estos dos escenarios, el Estado mexicano es el que pierde.

Los cambios territoriales

De acuerdo con las estadísticas de mortalidad del INEGI, entre los años 2012 y 2018 han sido asesinadas al menos 183,125 personas. Y en la frase de “al menos” se debe ser enfático porque no se tiene claridad de cuántas personas más, de quienes se encuentran desaparecidas, ya han perdido la vida a causa de lesiones intencionales.

Desde esta perspectiva, es importante decir que el número de homicidios por entidad federativa ha tenido variaciones altamente significativas; y que éstas se han dado de manera acelerada; hecho que permite sostener que la violencia homicida se relaciona (si es que lo está), no solo con las condiciones socioeconómicas de los territorios, sino fundamentalmente con la dinámica de las bandas criminales. De otro modo tendría que aceptarse que en periodos o lapsos de dos o tres años, el capital social o la cohesión social se rompe en los estados donde irrumpe la criminalidad homicida, lo cual es muy difícil de sostenerse con la evidencia disponible.

Modificaciones en las trayectorias del número de homicidios en las entidades con mayor número de víctimas 2013-2018

Lo anterior se puede mostrar mediante un análisis comparativo, haciendo cortes bienales, con base en las cifras de defunciones por homicidio del INEGI, para el periodo 2012-2018, y utilizando para el 2019 las disponibles en el Secretariado Ejecutivo.

Así, los resultados muestran que, en los años 2013 y 2014, la cifra es de 43,073 víctimas de homicidio intencional, lo cual es equivalente a un promedio, en ese periodo de dos años, de 59 homicidios por día, o 2.45 casos por hora.

En ese periodo, las entidades en que se registró el mayor número de homicidios fueron: Estado de México, con 6,229 víctimas; Guerrero, con 4,010; Chihuahua, con 3,894; Jalisco, con 2,528; Sinaloa, con 2,360; Ciudad de México, con 2,196; Michoacán, con 1,849; Tamaulipas, con 1,792; Veracruz, con 1,642; Nuevo León y Oaxaca, con 1,507 víctimas cada uno; y Guanajuato con 1,503.

Más incrementos

Posteriormente, para el periodo 2015-2016, la suma de homicidios llegó a 45,321; siendo las entidades con mayor número: Estado de México, con 5,456 víctimas; Guerrero, con 5,008; Chihuahua, con 3,336; Jalisco, con 2,530; Sinaloa, con 2,383; Ciudad de México, con 2,359; Michoacán, con 2,302; Veracruz, con 2,300; Guanajuato, con 2,200; Baja California, con 2,003; Oaxaca, con 1,608 y Tamaulipas, con 1,489 víctimas.

Número de homicidios 2015-2016 en las entidades con más casos

De esta manera, en el tercer periodo seleccionado, correspondiente a los año de 2017 y 2018, la cifra creció de manera alarmante a 68,764 víctimas de homicidio intencional. Los estados con mayor número de casos: Estado de México, con 6,206 víctimas; Guanajuato, por primera vez en este nivel, con 5,653; Baja California, también en un lugar que no había tenido, con 5,010 casos; Chihuahua, con 4,921; Guerrero, con 4,761; Jalisco, con 4,338; Michoacán, con 3,696; Veracruz, con 3,266; Ciudad de México, con 2,776; Sinaloa, con 2,736; Tamaulipas, con 2,271; Puebla, con 2,255; y Oaxaca, con 2,094 casos.

Número de homicidios 2017-2018 en las entidades con más casos

Elaboración propia con base en las estadísticas de mortalidad de www.inegi.org.mx

Finalmente, en el periodo 2018-2019 (con cifras hasta el 30 de septiembre), la cifra preliminar es de 62,575 víctimas de homicidio, pero dada la tendencia, podría llegarse a una suma aproximada de 73 mil homicidios dolosos en sólo dos años. En este periodo, por primera vez en la historia del país, Guanajuato aparece como la entidad con mayor número de homicidios, con 5,972 víctimas; en segundo lugar el Estado de México, con 5,297; y Baja California en tercero, con 5,047.

En resumen, las otras entidades con mayores cifras son: Jalisco, con 4,815 víctimas; Chihuahua con 4,689; Guerrero, con 3,543; Michoacán con 3,382; Veracruz, con 2,739; Ciudad de México, con 2,690; Puebla, con 2,134; Oaxaca, con 1,969; Sonora, con 1,823; Sinaloa, con 1,768; Tamaulipas, con 1,729; y Morelos, con 1,598 víctimas de este delito.

Homicidios 2018-2019 en las entidades con más casos

Elaboración propia con base en las estadísticas de mortalidad de www.inegi.org.mx

La magnitud de los cambios

En ese orden de ideas, los datos oficiales muestran cambios de magnitudes extraordinarias en las entidades que en 2018 y 2019 se ubicaron como las más violentas de México. El caso más impactante es el de Guanajuato, en el cual, en el 2013 se cometieron 701 homicidios dolosos, cifra que contrasta con los 3,412 contabilizados en 2018. Tomando como puntos de comparación ambas fechas, el incremento es de 386%.

Por su parte, el Estado de México ha mantenido cifras relativamente estables, y de hecho, comparando los 3,311 casos del 2013, frente a los 3,134 del 2018, se tiene un decremento del -5.4%.

Asimismo, la tercera entidad más violenta en 2018 fue Baja California; también ahí la modificación de la cifra es enorme, pues pasó de 771 víctimas en el 2013, a 2,855 en el 2018, lo cual implica un crecimiento de 270.3% entre ambas fechas.

De esta manera, en el caso de Jalisco, que fue la cuarta entidad más violenta del país en 2018, la magnitud del incremento se percibe al comparar los 1,488 casos en el 2013, con los 2,773 víctimas contabilizadas en el 2018, es decir, un incremento de 86.35%.

Por su parte, Chihuahua tuvo un incremento de 2,136 casos en el 2013, a 2,753 víctimas en el 2018, crecimiento equivalente al 28.8% en el periodo señalado; por su parte, en Guerrero, las cifras también se han comportado relativamente estables, pues en el 2013 se registraron 2,283 víctimas, mientras que en el 2018 se contabilizaron 2,164, es decir, un decremento de -5.3%.

Finalmente, se encuentra el caso de Michoacán, donde en 2013 hubo 919 víctimas de homicidio, frente a 1,970 en el año 2018, es decir, un incremento de 114.36%.

Comentarios finales

Como se observa, los datos muestran que el cambio en el orden de las entidades, considerando la violencia homicida presente en ellas, no se debe a una disminución significativa en los territorios que, a partir del 2008 comenzaron a vivir el infierno de la violencia homicida, sino a una expansión acelerada y sangrienta de los grupos del crimen organizado, que se han apoderado de territorios que con anterioridad no se encontraban en el mapa de sus operaciones más relevantes.

Lee también: “ENERO, EL MES EN QUE MÁS PERSONAS MURIERON EN 2018”

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