Si de desigualdad se trata, las personas más desiguales en México son las madres solteras que aún son niñas o adolescentes y que no tuvieron acceso a la educación o viven en alguna comunidad indígena.
Escrito por: Ruth Zavaleta Salgado
Lamentablemente, el fenómeno del crecimiento de embarazos en niñas y adolescentes, es escandaloso y coloca a México en primer lugar de los países de la OCDE. El problema es grave y no es como en otros países, que solo manifestó un crecimiento durante la pandemia, sino, los embarazos de mujeres de 10 a 14 años, creció exponencialmente y de manera constante desde el 2018.
Con datos del último censo del INEGI y los análisis del CONAPO, podemos observar que, del total de población en el 2020, 18.9 millones eran niñas y adolescentes menores de 18 años (15%) y que, en el 2022, se contaban 224, 454 mujeres de ese rango de edad en algún tipo de unión (casada o unión libre), pero, 21, 167 era separada o divorciada. Por otra parte, la fecundidad de las mujeres de esa edad, en esa fecha, fue de 42.96% por cada 1000 mujeres de 15 a 19.
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Estos datos, cruzados con los que dio a conocer esta semana el INEGI, sobre Ingresos y Gastos en el hogar, y los del Secretariado de seguridad pública y ciudadana sobre violencia contra las mujeres, resultan muy reveladores sobre el origen de las desigualdades y la tragedia que enfrenta miles de niñas y adolescentes en México. Resulta que los datos de violencia contra las mujeres marcan una tendencia de crecimiento de denuncias por violencia contra la libertad y seguridad sexual de las mujeres, y contra la niñas y adolescentes en particular. Por ejemplo, en relación a Violación simple y agravada, el incremento de denuncias es significativo: 2020: 16, 543; 2021: 21, 189; 2022: 23, 100; pero, de enero a junio del 2023, ya suman 12, 134 denuncias, si la tendencia se mantiene, por lo menos habrá más de 2000 denuncias que el año pasado; la relación al respecto es que, gran parte de las violaciones, son el origen de esos más de 360 mil embarazos de niñas y adolescentes que dice el CONAPO que suceden al año. Por otra parte, aunque menos numerosas, las denuncias por teléfono al 911 sumaron un total de 3, 554 en el 2020 contra 3, 589 del 2022.
De hecho, durante la pandemia, las llamadas al 911 para denunciar violencia contra las mujeres, se incrementaron hasta en un 30%, ya hemos escrito de eso en otros momentos. Sobre los datos del 2022 sobre Ingresos y Gastos en el hogar, medidos trimestralmente, resulta que, precisamente, son las niñas y adolescentes, madres solteras, las que menos ingresos logran obtener trimestralmente, veamos los números.
Comencemos por observar la diferencia de ingreso trimestral entre hombres (29, 285) y mujeres (19, 081), el cual resulta aproximadamente de 10 mil pesos. Pero, este dato es un promedio de los ingresos de los hombres y mujeres de entre 12 a 60 años, por lo tanto, al revisar los rangos de edad, la desigualdad se agudiza para los rangos de 12 a 29 años, con respecto a los que tienen entre 30 a 59 años. Aunque, en estos casos la desigualdad de ingreso entre hombres y mujeres es menor (7 mil pesos en promedio), al revisar los rangos de edad entre 30 hasta 60 años, la diferencia promedio de 10 mil pesos, puede llegar hasta 14 mil pesos.
Estas diferencias se polarizan si comparamos los ingresos de las mujeres que son madres solteras con dos hijos o con 4 o más. En el primer caso, su ingreso promedio es de 22 mil pesos aproximadamente, pero en el segundo, su ingreso es menor a 14 mil pesos trimestrales. Cabe mencionar que, hasta el censo del 2020, había un total de 35, 221,314 madres en México, de las cuales, 7% eran solteras. El 77.1% de ellas tenían hasta dos hijas o hijos nacidos vivos, 20.4% entre tres y cinco y 2.5% seis o más. Al respecto, si cruzamos los datos de las mujeres de 12 a 19 años, éstas solo tienen un ingreso de 5, 282 pesos.
También, si comparamos los ingresos de las mujeres y hombres que tienen determinado grado de estudios, las diferencias se acentúan: entre mayor grado de estudios mayor ingreso, pero los hombres siempre tienen un ingreso mayor; por ejemplo, un hombre que estudió doctorado, puede ganar hasta 106 mil pesos, pero, una mujer con el mismo grado, solo obtendrá un promedio de 73 mil pesos trimestrales.
Finalmente, si comparamos los datos por condiciones étnicas, podemos descubrir quiénes son las más desiguales entre los desiguales: Por una parte, si comparamos los ingresos entre una persona que se considera indígena con otra que no se considera, encontramos una diferencia tanto para hombres como para mujeres, pero, si las personas hablan una lengua indígena, esa diferencia crece: hombres: 17, 281, contra el que se considera indígena: 22, 567; mujeres: 9,822 contra las que se consideran indígenas: 13, 911. Tal y como se puede observar, entre hombres y mujeres que hablan alguna lengua o se consideran indígenas, también hay diferencias de entre 8 a 10 mil pesos trimestrales. Lo mismo sucede si comparamos entre Estados, los que concentran la población indígena más pobre, son Chiapas y Guerrero, coincidentemente, dos Estados con mayor numero de mujeres madres solteras, además de la Ciudad de México.
Los datos del INEGI y de CONAPO no puntualizan sobre las madres solteras en las comunidades indígenas, pero es obvio que, si hubiera un levantamiento puntual al respecto, podríamos medir la pobreza de las mujeres más pobres y desiguales, que, por cierto, son las de las comunidades indígenas, pero que, además, son afromexicanas. No fueron medidas las circunstancias de estas mujeres en los datos presentados por el INEGI, pero, en otra ocasión, hemos dado cuenta de cómo, las personas indígenas-afromexicanas, son las más pobres de los pobres (con los análisis del 2017 del INEGI, CONAPRED y CNDH). Ante esta situación surge la pregunta ¿Qué se puede hacer? Una posible respuesta es: Cambiar la estrategia de redistribución de la riqueza, la de erradicación de la violencia de género y la política de las transferencias directas del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, porque no han dado los resultados que se requieren para consolidar un Estado democrático.
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