Cerraron las campañas electorales y vamos a votar el próximo domingo, 6 de junio. Llegamos a esta cita con el ambiente turbio por la violencia, negación por excelencia de la política y la convivencia.
Autor: Enrique Provencio. Síguelo en twitter: @enprodu
Sería un infortunio que los muy probables conflictos postelectorales agravaran las tensiones, que se instalara una denuncia generalizada de fraude. Las instituciones electorales tienen capacidad suficiente para resolver las dificultades de los comicios y lo más promisorio sería que se favoreciera un paso fluido hacia la nueva legislatura y los nuevos gobiernos estatales y municipales.
Lee el articulo: Veda electoral: de la reflexión a la decisión
Conforme se acercó el fin de las contiendas se caldearon los llamados al voto, como ha ocurrido desde que tenemos elecciones abiertas y libres. Algunos hicieron ver esta elección principalmente como un referéndum del actual gobierno y llamaron a refrendar e incrementar su mayoría en la Cámara de Diputados, hablaron de evitar un supuesto fraude y quisieron hacer ver al INE como un actor parcial del proceso, y a sus opositores como neoliberales y restauradores del viejo orden social y político. https://bit.ly/2RiGW4I
Del otro lado, el llamado fue a derrotar la coalición oficialista para corregir el rumbo los próximos años, generar una mayor deliberación pública y fortalecer el pluralismo, la democracia y sus instituciones, mirando al futuro y sin pretensiones de regresar al pasado de corrupción, abusos y frivolidades. https://bit.ly/3gblMxI
Los dos ejemplos referidos son solo una muestra de la contraposición de visiones. No podría ser de otro modo, para esto es la competencia política, y a nadie le debe extrañar pues somos una sociedad marcada por la pluralidad y además con una clara diferenciación regional.
Siendo así, quienes llaman al refrendo de la mayoría de Morena y sus aliados no deberían descalificar a los opositores como la reacción y el conservadurismo, ni colocar al voto entre los extremos. La vocación del poder es reafirmarlo y mantenerlo, es evidente, y lo normal es que sus aliados se movilicen para sostenerse en el gobierno y el Poder Legislativo. Hasta ahí no hay nada de que asombrarse.
Sin embargo, en una democracia el poder se modula y se modera, se somete a equilibrios e incluso se gobierna en minoría y en coaliciones. Todo indica que Morena confirmará su mayoría en la Cámara de Diputados, con lo que puede continuar su proyecto y avanzar con el programa establecido para el próximo trienio.
Aceptar la pluralidad y la diversidad de alternativas, supone admitir que el electorado tiene capacidad para optar, para diferenciar su voto. Es lo que seguramente ocurrirá en esta elección. Hay estados en los que el Presidente tiene una aprobación mayoritaria y otros en los que la ciudadanía parece preferir candidaturas de oposición para las gubernaturas, las presidencias municipales y las legislaturas locales.
En las elecciones locales se están mirando problemas específicos y territoriales. A veces en los debates se pierde de vista que las realidades urbanas y regionales son las que modelan las percepciones y las demandas, las de la falta de agua potable, la iluminación y los baches de las calles, la basura y su tratamiento, la insuficiencia del transporte público y tantos otros problemas. https://bit.ly/3vRx9BR En otros casos se enlazan asuntos nacionales y locales, y así se van ponderando los criterios de elección.
¿Por qué llamar de derechas, conservador o neoliberal a una persona que elige considerando el bienestar de su comunidad y su cercanos y que divide su voto entre diferentes partidos? Puede ser por intolerancia, puede ser porque se subestima la pluralidad.
Una franja muy amplia de la población –me incluyo– desea que prospere un cambio progresista, que supere rezagos, injusticias e insuficiencias que nos han marcado durante tanto tiempo y también quiere que esto se consiga en una democracia fortalecida, con los contrapesos suficientes, con poderes autónomos e independientes, y, sobre todo, con garantías de que saldrá adelante un proyecto para el bienestar, la sustentabilidad y el desarrollo incluyente y justo.
Esta franja no está mirando al pasado, no quiere reinstalar políticas neoliberales, ni defiende privilegios inmerecidos ni extraña dádivas o corruptelas, y por eso no puede ser llamada reaccionaria ni conservadora. Y al mismo tiempo, puede estar exigiendo más de este gobierno y de su coalición; tiene todo el derecho a presionar para que rectifique decisiones erróneas, para que en la Cámara de Diputados haya más deliberación y se legisle más razonablemente.
Por mi parte, adscrito a las corrientes socialdemócratas, espero que pasada la elección se tiendan puentes para generar más diálogo público, fortalecer la democracia y propiciar la prosperidad incluyente, el desarrollo y el bienestar. A veces la decisión deja pocos márgenes, las candidaturas no son perfectas y en pocas ocasiones reflejan la totalidad de nuestras adhesiones, por eso el voto termina siendo por quien menos se aleja de los tipos ideales.
Y así hay que votar, pues siempre será preferible a renunciar al voto o desperdiciarlo con anulaciones, e incluso con abstenciones. Un voto razonado, aunque no sea el más entusiasta de los votos, es preferible a no ejercer el derecho a elegir.
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