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Voto extraterritorial: una saga en marcha

 La población mexicana en el extranjero conforma una de las diásporas más grandes del mundo. Pero es una emigración focalizada en un solo país: los Estados Unidos, en donde vive más del 98% de los paisanos en el extranjero. Según el Buró del Censo de los EUA (Current Population Survey), en el año 2018 doce millones 263 mil 311 personas que habitaban en ese país habían nacido en México. Con datos del padrón electoral mexicano de 2020, un 73.4% de la población general tiene 18 años o más. Estaríamos hablando de poco más de nueve millones de ciudadanos mexicanos con derechos a salvo. A ellos se suma una cantidad difícil de calcular de méxico-americanos de primera generación, también con derechos.

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La enorme mayoría de esos paisanos no participa en las elecciones mexicanas, a pesar de que desde 2006 pueden votar por la renovación de la presidencia de la república y las senadurías de los estados. Luego de la reforma de 2014, veinte estados han incluido el voto extraterritorial por sus gubernaturas; once de ellos ejercitarán ese derecho en la elección del 6 de junio próximo, en cinco lo hacen por primera vez.

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En la elección presidencial del 2018 sólo emitieron su voto 98,470 mexicanos de fuera, un 54.1% de la lista nominal de residentes en el extranjero. Si calculamos, con base en la cifra de los nueve millones, podemos aventurar que apenas un 1% de los mexicanos en EUA ejerció su derecho al voto en el 2018.

La ley electoral prevé tres modalidades de emisión del voto extraterritorial: la postal, la presencial y la electrónica. En la práctica sólo se utiliza la postal. La opción presencial sería cara en extremo, porque requeriría la instalación de casillas en las más de cien representaciones consulares mexicanas en el extranjero. La opción racional y más económica es sin duda la electrónica, pero ha sido contenida por el miedo a los fraudes cibernéticos, como ocurrió en Chiapas en 2015.

Uno de los pocos efectos positivos de la emergencia sanitaria es que ha obligado al INE y los institutos locales a acelerar la posibilidad de ejercer el voto electrónico, y comenzarán con las once entidades con sufragio desde el exterior –nueve de gubernatura y dos de diputación migrante– que concurrirán este 6 de junio.

Ya se han realizado simulacros exitosos –participé en uno– y hay perspectivas optimistas para su ejecución. Esta será una experiencia piloto para aplicarla en las elecciones generales de 2024, lo que fortalecería en extremo la operatividad electoral y, entonces sí, lograr ahorros sustantivos y una mayor transparencia y confiabilidad en los procesos.

Se están dando pasos firmes para ampliar las posibilidades de que la gran comunidad de mexicanos en el exterior mantenga su participación y representación políticas en su país y entidades de origen.

Pero aún faltan más medidas, sobre todo legislativas y de acciones afirmativas. En ello estamos trabajando en Iniciativa Migrante A.C. y se han tenido éxitos destacables, que compartiré en mi siguiente colaboración…

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(*) Antropólogo social. Profesor de la Universidad de Guanajuato, Campus León. luis@rionda.net – @riondal – FB.com/riondal – ugto.academia.edu/LuisMiguelRionda

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