Este domingo 2 de junio los mexicanos adultos acudiremos ante las urnas a expresar nuestras preferencias en cuanto a nuestros próximos gobernantes y representantes en los tres ámbitos de gobierno: federal, estatal y municipal. Como cada seis años, se dice que son las elecciones más grandes de la historia. Sí lo son, por razón natural del crecimiento demográfico, social y económico.
Escrito por: Luis Miguel Rionda (*)
El partido hoy hegemónico a nivel nacional, encabezado por uno de los presidentes de la república más poderosos de la era moderna, está planteando este ejercicio como una especie de referéndum acerca de dos modelos de país: el de la auto referida “cuarta transformación”, de corte cada vez más socializante y bolivariano, y el modelo de la democracia liberal, que le brindó al país treinta años de estabilidad económica y social.
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Es mentira que se trate de un referéndum entre dos sistemas político-sociales contrapuestos. Es una cita cívica para renovar los poderes públicos, nada más. “La renovación de los poderes Legislativo y Ejecutivo se realizará mediante elecciones libres, auténticas y periódicas […]” reza el párrafo tercero del artículo 41 de la constitución. A eso se nos convoca. No está en juego el orden constitucional ordenado por el previo artículo 40: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior […]”.
Es nuestra libertad como ciudadanos optar entre personas candidatas con sus partidos. Por supuesto, detrás de esa elección existen ideologías y convicciones acerca de lo público y del papel del estado, los gobiernos y sus representaciones. Ahí pueden residir las opciones de modelo que se pretenden en competencia. Pero la realidad nos ha demostrado que las ideologías y las convicciones axiológicas hace tiempo que han sido jubiladas, para ser sustituidas por el pragmatismo más burdo y elemental. Ningún partido político está realmente comprometido con un sistema doctrinario; si somos objetivos, veremos que todos van tras el poder puro y duro. No existen “izquierdas” y “derechas”; lo que tenemos son discursos cargados de simbolismos e imágenes que buscan seducir a clientes poco exigentes. Para muchos ciudadanos su voto tiene valor material, inmediato y negociable, por lo que participan sin embozo en su mercadeo. La compra o la coacción, el gran negocio para unos y otros.
Yo tengo la esperanza de que aquellos que no vemos al voto como mercadería, sino como un instrumento de transformación de nuestra realidad social, acudamos en grandes números ante las urnas para darle sentido de trascendencia a esta coyuntura. Soy de los convencidos de que la república democrática y pluralista está en peligro frente al autoritarismo retardatario personalista. Buscaré aportar mi sufragio para evitarlo.
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(*) Antropólogo social. Profesor de la Universidad de Guanajuato, Campus León. luis@rionda.net – @riondal – FB.com/riondal – ugto.academia.edu/LuisMiguelRionda
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