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Y a su barco le llamó libertad

¿Qué es lo que mantiene unido a una sociedad? ¿cuáles son las características que evitan que le conflicto sea tal que se cometan acciones contra los demás integrantes de esta? Son preguntas que rondan en ciencias sociales, pues permiten comprendernos como seres sociales no exentos de conflictos y, en ese sentido, las medidas que se deben implementar para mediar entre las personas.

Escrito por:   Andrea Samaniego Sánchez

En la década de los treinta en España estas preguntas no se hicieron y el conflicto estalló en una guerra civil, fratricida por antonomasia, que dividió al país en dos bandos, sus posturas infranqueables, discordantes y que pronto se convirtió en un drama humano de muertos, de personas cuyas historias se fracturaron ante la imposibilidad de diálogo entre las facciones que sólo entendían el lenguaje de la violencia.

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Entre estas historias se encuentran las de los “Niños de Morelia”, 456 menores hijos de republicanos que fueron traídos a nuestro país en el barco Mexique en medio de la guerra civil, llegaron el 7 de junio de 1937 al puerto de Veracruz. Ese barco les trajo una esperanza renovada, una posibilidad ante el callejón.

Según se pensaba se trataba de una estancia temporal en donde los niños tendrían instrucción y cariño, según se lee en las cartas dirigidas al presidente Manuel Azaña, la realidad se impondría y muchos de ellos harían de este exilio un destino para toda la vida.

Difícilmente podríamos saber lo que les habría ocurrido de no haberse gestionado su arribo a nuestras tierras, sin embargo, podríamos aventurar que su vida habría sido muy difícil o truncada entre el estallido de las balas y la muerte. La acción del gobierno mexicano encabezado por el presidente Lázaro Cárdenas permitió que ellos tuvieran otra posibilidad.

Se les dio acogida en seis casas-hogar que se dispusieron para ello, y aunque la última de estas cerró en 1948, durante los años que estuvieron en activo buscaron que los niños tuvieran formación escolar, construcción en valores republicanos y que fungiera como un puente de comunicación con sus familiares en España, si es que todavía estaban vivos, y con las autoridades para regularizar su situación migratoria.

Muchos de esos niños se desarrollaron y convirtieron a México en su hogar, nutrieron nuestro país con su trabajo, sus conocimientos. Su agradecimiento fue siempre hacia nuestro Estado, pues les brindó una oportunidad negada en su patria. Sembraron raíces, se volvieron mexicanos.

Eran tiempos aciagos y sin embargo México se convirtió en referente de apoyo y solidaridad internacional. La situación hoy en día también requiere de esos liderazgos, ante una circunstancia cada vez más compleja, se requieren de mayor cooperación internacional que permita la búsqueda de respuestas y soluciones en común.

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Frase clave: Y a su barco le llamó libertad, libertad de acción

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