Cuando fue elegido, prometió cambiar por siempre la historia: todo sería mejor; la economía crecería y habría más empleos; “el pueblo” se uniría una vez más; nadie se atrevería nunca más a amenazar o a dar un mal trato al país; y, por supuesto, traería de vuelta los mejores valores, la honestidad y llevaría a los políticos a su ruina
Y al despertar, el demagogo seguía ahí

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