Escrito por 12:00 am Desigualdades, Especial

Desigualdad: gran tema de reflexión global

por Pablo Yanes

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Intervención del Dr. Pablo Yanes, Jefe de la Unidad de Desarrollo, CEPAL México

Seminario Regional sobre Estrategias para Favorecer la Integración y Reinserción de las Personas Migrantes

Desde CEPAL vemos con muy buenos ojos los avances y las diferencias conceptuales que se han logrado introducir en la agenda de los ODS respecto de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Se ha avanzado de manera muy importante hacia la construcción de una agenda “aspiracional” e “inspiracional”; es decir, no es sólo una agenda de “mínimos” tomando como punto de partida los países con menores niveles de desarrollo o de satisfacción de necesidades y goce de derechos, como de alguna manera estuvo presente en los ODM, sino que en los ODS se está planteando una verdadera agenda global, que en buena medida tiene que ver con introducir la mirada de la desigualdad.

Si se introduce sólo la mirada de la extrema pobreza o de los pisos muy mínimos de sobrevivencia, pareciera que no son todos los países los que están involucrados y comprometidos con la agenda, pero, al introducir la perspectiva de la desigualdad nadie queda a salvo de responsabilidades en esa materia.

Como bien sabemos, la desigualdad se ha venido construyendo como el gran tema de reflexión de los últimos años, ya no como un tema de los países menos desarrollados, sino como un tema propio de países desarrollados y no desarrollados, como un tema global en el cual se requiere la intervención de todos los países, y todos los países tienen responsabilidades en esta materia.

Por ello mismo, plantear una agenda global va acompañado también de la perspectiva de las responsabilidades diferenciadas. Una dimensión en donde es absolutamente evidente la relevancia de las responsabilidades diferenciadas es todo lo vinculado con el desarrollo sostenible y el cambio climático; es decir, si bien afecta globalmente, no son lo mismo las responsabilidades en materia de emisión de unos países que de otros, de unas unas regiones que de otras. En ese sentido, si bien el conjunto de los países está involucrado en esta agenda, las responsabilidades son de carácter diferenciado.

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Vale la pena aquí subrayar que el hecho de que los ODS sustituyan a los ODM no significa que quienes no cumplieron con los ODM quedan ya exentos de la responsabilidad en esta materia. Una de las responsabilidades mayores en los ODM para los países desarrollados era lograr el 0.7% del PIB en cooperación o ayuda oficial al desarrollo. El resultado en esta materia no es satisfactorio; salvo los países nórdicos escandinavos, que sí cumplieron con esta meta, sigue habiendo un déficit en materia del cumplimiento de este compromiso, y esto será uno de los asuntos de discusión a fondo de la reunión de Addis Abeba dedicada al financiamiento del desarrollo.

¿Por qué decimos que es una agenda “aspiracional”? Porque no es una agenda de mínimos y no es una agenda sólo de déficits. El primer postulado del desarrollo sostenible es erradicar la pobreza en todas sus formas; no estamos hablando simplemente de eliminar las peores formas: se está hablando de una dimensión mucho mayor. Para CEPAL es un objetivo muy importante dentro de la agenda el de disminuir las desigualdades entre los países y al interior de los países.

Garantizar la consistencia entre objetivos, metas e indicadores de los ODS es una de las mayores preocupaciones de la CEPAL

No es casual, y nos parece afortunado, que sea dentro del apartado de la disminución de las desigualdades dentro de los países y entre los países, que se haya introducido el Objetivo 10.7, que es el relacionado con migración, y señala: “Facilitar una migración y movilidad de las personas ordenada, segura, regular y responsable, incluyendo la implementación de políticas de migración bien manejadas y planificadas”.

Esto es un muy buen punto de partida; su aterrizaje es complejo y tendrá que ver con las peculiaridades de cada uno de los países; con los diálogos bilaterales y multilaterales que en esta materia se necesitará ir construyendo; pero que esté presente en la agenda es relevante y un punto de partida para efectivamente pensar qué estamos proponiendo cuando se señalan políticas de migración planificadas y bien administradas, o bien manejadas.

Esto dará para debates, seminarios y análisis que nos lleven a una profundización mucho mayor de la perspectiva que se está proponiendo; sería un error considerar un enfoque de los nuevos objetivos del desarrollo como una suma de puntos desconectados. Tiene que ser un conjunto de puntos interconectados entre sí, porque el desarrollo no es simplemente un agregado de metas, el desarrollo es un conjunto de dinámicas sociales económicas, políticas, culturales, mutuamente complementarias, y que generan dinámicas y círculos virtuosos.

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En ese sentido, no podemos reducir el análisis de las perspectivas de los nuevos objetivos del desarrollo en materia de migración al punto 10.7, porque los propios objetivos ponen el acento en otros temas estratégicos que no habían merecido en los ODM la relevancia que tienen, y que fundamentalmente apuntan a los modelos de desarrollo económico, a la necesidad de construir políticas potentes de empleo (incluso en los ODS se habla de avanzar hacia el pleno empleo); se señala todo lo referente a un desarrollo económico de carácter inclusivo y la idea de “cerrar brechas” es lo que atraviesa una gran cantidad de los objetivos presentes en la propuesta de la agenda Post-2015.

Hay tres brechas que cerrar para abordar el tema de migración y juventud:

1. Desigualdad que existe entre el producto per cápita de los países que generan migración y el de los países que atraen migración. Después de poco más de 20 años de firmado el Tratado de Libre Comercio, el comercio bilateral entre México y los Estados Unidos ha tenido un crecimiento espectacular. Hoy el comercio diario entre los dos países ronda los mil millones de dólares; no obstante, la brecha de desigualdad entre el producto per cápita de México y de los Estados Unidos prácticamente no se ha movido. Situación similar se produce entre los EE UU y los países centroamericanos, en particular del triángulo norte, y entre México y los países del triángulo norte.

Si el Objetivo 10 dice que hay que cerrar la brecha de desigualdad entre los países: en la medida en que se vaya cerrando esta brecha se irán creando condiciones de nuevo tipo para redefinir las dinámicas migratorias. Si no hay esta transformación de las estructuras económicas y de las desigualdades en los grados de desarrollo y tamaño de las economías, es extraordinariamente difícil lograr pasos de carácter estratégico para modificar las causas estructurales que están detrás de los procesos migratorios.

2. Distancia en la Región (EE UU, Canadá, México y los países del triángulo norte) entre la movilidad de capitales y mercancías y la movilidad de las personas. Hay un modelo de integración económica, e integración de las estructuras de desarrollo en el que es demasiado grande la brecha que hay entre los mil millones de dólares que se mueven de comercio internacional y una agenda migratoria pendiente todavía muy compleja, en la que muchos problemas de fondo no han sido resueltos. Parece que es momento de discutir la migración no como un tema aislado, sino como un tema incorporado en la dinámica del desarrollo en general.

3. Brecha entre educación y empleo. Tenemos a la población juvenil más educada de la historia, a pesar de muchas dificultades. Tanto en México como en los países centroamericanos la escolarización de la juventud y los grados de educación que las poblaciones jóvenes han ido teniendo se han incrementado de manera sostenida.

Tenemos poblaciones jóvenes mucho más educadas, inclusive esto ha ido modificando el perfil migratorio, donde ya el nivel educativo promedio de las personas que migran, si bien todavía predomina el grupo con menos de 10 años, es creciente el grupo de 10 a 12 años, e incluso más, de escolaridad.

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Pero esta escolaridad creciente no se está traduciendo en mejor inserción laboral de las personas jóvenes; hay una brecha entre más educación y, en el mejor de los casos, los mismos empleos; entre más educación y mercados laborales muy precarizados.

Por un lado tenemos a las poblaciones juveniles más educadas y las tasas de desempleo entre las personas jóvenes son más elevadas que en la media; tienden a insertarse en la economía de manera más precaria. Es muy difícil lograr una integración económica sólida de las poblaciones juveniles cada vez más educadas si las economías no están generando suficientes empleos de calidad y bien remunerados, y este es un tema que está presente también en la agenda Post-2015.

En su más reciente libro Tony Atkison -gran estudioso de la desigualdad y de qué hacer frente a ella- dice que así como los países se trazan metas en términos de crecimiento, inflación, etcétera; sería bueno que empezaran a trazarse metas en materia de empleo, y que el empleo sea una de las variables de evaluación del desempeño económico de los países.

Si lo que queremos es cerrar brechas y una integración y reintegración de las poblaciones juveniles, debemos construir políticas de desarrollo económico, de empleo y de empleabilidad juvenil de mucho mayor alcance, de mucho mayor impacto y mucho más potentes en el futuro del empleo y de las oportunidades de trabajo y de inserción productiva que se den a los jóvenes. Esta es una de las claves fundamentales para redefinir los patrones migratorios.

Partiendo de una constatación de las teorías del desarrollo: los países que se benefician de la migración son esencialmente los que reciben los migrantes; los países que logran niveles más altos de desarrollo son los que reciben migrantes; a largo plazo, la migración significa la exportación, para muchos países, de poblaciones jóvenes, educadas, con capacidad de intervención económica. Significa, de alguna manera, la exportación del bono demográfico.

Cambiar esta dinámica es fundamental para el desarrollo económico de México y de los países centroamericanos en la lógica de construir un nuevo tipo de inserción económica de las poblaciones juveniles, el cual no obsta para que al mismo tiempo se logren reformas de carácter migratorio en los países receptores en donde se garanticen los derechos y sea debidamente reconocida la contribución que millones de mexicanas, mexicanos y centroamericanos hacen en las economías más desarrolladas del mundo. La agenda Post-2015 nos da esperanzas de una nueva mirada y un nuevo tipo de políticas. 

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